Carlos Timaná Kure
Director del Centro de Gobierno de la Universidad Católica San Pablo
Estamos viviendo el punto más alto de la judicialización de la política en el Perú. Todos pensamos que con la salida de la fiscal Patricia Benavides de la Fiscalía General, se cerraría la colaboración eficaz de Jaime Villanueva, sin embargo, esta semana brindó nuevas declaraciones. En ellas implicó a más fiscales como Pablo Sánchez, Rafael Vela y José Domingo Pérez, generando un manto de duda, ya no sólo sobre Patricia Benavidez, sino sobre quienes han dirigido investigaciones emblemáticas, y a la misma institución durante la última década.
Lo que más necesita la Junta Nacional de Justicia (JNJ) para legitimar su actuación ante estos nuevos casos, es que sea tan expedita como lo fue con la fiscal Patricia Benavides, esto demostraría que la justicia está pareja para todo el mundo. Esto no deja de ser un ideal democrático que difícilmente se habría materializado en los últimos años en el Ministerio Público, porque junto a lo señalado por Villanueva, la fiscal Marita Barreto ha logrado estrechar el cerco al expresidente Martín Vizcarra y su círculo de confianza en el Ministerio de Transporte y Comunicaciones. Ello demuestra lo confiado que el expresidente se sentía al tener como cabeza del Ministerio Público a la exfiscal Zoraida Ávalos.
Todo esto se agrava más cuando el periodismo se ve implicado en este tráfico de influencias, dejando de alzarse como contrapoder y perro guardián de la democracia. Con las nuevas declaraciones de Jaime Villanueva habría ocurrido todo lo contrario, se habría convertido en la mano invisible capaz de direccionar a quien investigue el Ministerio público.
Esperemos que la JNJ tome con rigurosidad su responsabilidad institucional, ya que es lo único que puede romper este nefasto ciclo.