¿Mancó la Mancomunidad?

Renato Sumaria del Campo

Tal vez no valga la pena que Yamila Osorio se moleste tanto. Es tan pobre la campaña que no sé qué hubieran podido decir tanto Keiko Fujimori como Pedro Pablo Kuczynski en el debate convocado por la Mancomunidad del sur. Lo que sí debería ponerle los pelos de punta a la gobernadora regional de Arequipa es la incapacidad de sus colegas para actuar en función al bien común.

Hoy, la misma Mancomunidad dio el primer paso para rechazar el debate impulsado desde Arequipa —el petardeo se inició en Tacna—. Mañana podrá ser un proyecto regional y pasado el dinero proveniente del canon. Pareciera que en el sur estamos gobernados por minifundistas de la política y no de estadistas serios que ven el horizonte de esta parte del país con hondura y a largo plazo. Cada quien siembra su parcela esperando que el dueño de la chacra le entregue un mejor presupuesto cada año. Así no podemos avanzar.

Este sur arisco y complejo requiere con urgencia algunos consensos para alcanzar un desarrollo simétrico entre todas sus regiones. También, y como ha sido evidente, un mejor manejo político de aquellos acuerdos que forman parte de un horizonte común.

Tal vez valga la pena mirar la Mancomunidad como algo más que un compromiso formal de cara a ciertos proyectos y entender que se trata de una nueva forma de organización regional que requiere el compromiso de todos los sectores.

En tal sentido podría resultar más útil buscar unir los esfuerzos de instituciones más proactivas que los propios gobiernos regionales. Las cámaras de comercio del sur, por ejemplo, podrían unirse para establecer una agenda unificada de inversiones. O las universidades podrían asociarse pare realizar estudios, investigaciones y demás que busquen soluciones a problemas latentes. Los colegios profesionales podrían aportar lo suyo y así sucesivamente.

La gran Macro Sur es un sueño anterior al desastroso proceso de descentralización que hemos vivido en el país del gobierno de Alejandro Toledo en adelante. En ella confluían de manera unificada los intereses de un grupo de departamentos afectados por problemas comunes y que intuyeron que la salida a los mismos no era el aislamiento sino camino del diálogo y el consenso. Funcionó mientras estuvo despolitizado.

Hoy la Mancomunidad parecía el rescate de ese sueño trunco. Y en menos de un mes algunos gobernadores se han encargado de hacerle saber al sur que no están dispuestos a trabajar juntos. Ojalá corrijan posiciones, enderecen conciencias y vuelvan a entender lo que entendieron por algunas horas cuando firmaron el acuerdo de Mancomunidad: que el sur resolverá mejor sus problemas en la medida que sea una sola fuerza debidamente representada ante todo el país. Aprendan del sólido norte (aunque les duela).

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