La hora de la verdad: ser o no ser

Juan Carlos Eguren
Excongresista

La última encuesta de GFK da cuenta de una significativa caída del nivel de aprobación del presidente Martín Vizcarra y su gabinete, a dos meses de haberse iniciado esta nueva etapa de gobierno. Si bien esto no debe alegrarnos, hay que señalar que tampoco sorprende.

Uno de los factores que explica la caída en el nivel de aprobación es sin duda el paquete tributario, y más específicamente el aumento de los precios de los combustibles a consecuencia del alza del impuesto selectivo al consumo (ISC), que en mayor o menor medida repercutirá en el transporte de personas y mercaderías. Otro factor, no necesariamente por su impacto masivo sino por su justificación, es el incremento de impuestos a los vehículos nuevos.

Es consabido que el país cuenta con uno de los parques automotores más viejos del mundo, tanto de vehículos privados como de aquellos para el servicio público de pasajeros, lo cual lo torna inseguro, ineficiente y contaminante. Además, el diagnóstico previo para elevar el impuesto es errado, pues el país cuenta con una proporción de vehículos por persona muy por debajo del promedio de la región.

El problema en el transporte es otro: déficit de infraestructura (pistas, carreteras, puentes, intercambios viales, pasos a desnivel, semáforos escasos y de antigua tecnología, etc.) y de otro lado, igual de importante, la insuficiente oferta de servicio público de transporte masivo (metros, trenes eléctricos, vías exclusivas y segregadas). Finalmente, la falta de civismo y cultura de conductores, pasajeros y transeúntes en un marco de falta de autoridad y sanciones eficaces.

Por otro lado, cabe destacar de la encuesta, el incremento en el porcentaje de personas preocupadas por la falta de empleo, que tiene que ver directamente con la inversión en general pero sobre todo con la privada, que representa el 80 % de la inversión total.

No hay mejor medida recaudatoria que la inversión, que no solo da empleo sino ingresos fiscales a través del IGV y del impuesto a la renta; para ponerla en marcha no basta el discurso y el diálogo, se requiere determinación y liderazgo, que esperamos con desesperada ansiedad que se evidencie en el presidente y su equipo.

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