Jubileo e Indulgencia

Monseñor Javier Del Río Alba
Arzobispo de Arequipa

El domingo 13 de noviembre concluirá el Jubileo Extraordinario de la Misericordia al que fuimos convocados por el Papa Francisco. Nos queda poco menos de un mes para aprovechar la indulgencia plenaria con que el Papa ha querido enriquecer este año jubilar, por lo que quisiera invitar a todos los católicos a aprovechar ese don.

La indulgencia plenaria es la remisión de la pena temporal, es decir del Purgatorio, por aquellos pecados que ya han sido perdonados en el sacramento de la Confesión. Cuando los católicos nos confesamos, es el mismo Jesucristo quien, a través del sacerdote, perdona nuestros pecados.

Sin embargo, la caída constante en diversos pecados, aun cuando no sean pecados mortales, deja en nosotros unas consecuencias negativas que perduran incluso después de haber alcanzado el perdón en la Confesión. Son como una especie de residuos espirituales tóxicos que, mientras duran, nos impiden llegar al Cielo; razón por la cual, si morimos en esa situación, debemos pasar antes por el Purgatorio para purificarnos.

La indulgencia plenaria tiene el efecto de purificarnos y evitarnos el Purgatorio. Se puede obtener una vez cada día y se la puede aplicar a quien la obtiene o a un difunto. Si uno se la aplica a sí mismo y muere inmediatamente después de haberla obtenido, queda liberado del Purgatorio y va directamente al Cielo. Si la aplica a un difunto, lo libra también del Purgatorio y pasa al Cielo.

En este sentido, es una obra de caridad que podemos hacer a favor de familiares y amigos que ya han fallecido. Obtener la indulgencia plenaria es fácil. Requiere la exclusión de todo afecto hacia cualquier pecado, incluso venial, y la realización de algunos actos: la confesión sacramental; la comunión eucarística; recitar el Credo; rezar por la intenciones del Papa (por ejemplo un Padre Nuestro y un Ave María); y en este Año de la Misericordia, pasar por la Puerta Santa de la Catedral, la del Santuario de la Virgen de Chapi o de alguna de las parroquias que hemos designado en zonas alejadas de la ciudad de Arequipa para facilitar a todos los fieles el acceso a ella: Inmaculada Concepción (Mollendo), Nuestra Señora de la Asunción (Chivay), Nuestra Señora de Chapi Estrella de la Evangelización (El Pedregal), Nuestra Señora del Rosario (Sabandía), Santiago Apóstol (Tiabaya) y San Maximiliano Kolbe (Yura).

Como para obtener la indulgencia es preciso confesarse, hemos colocado confesionarios en el atrio de la Catedral, de modo que desde las 8 a. m. hasta las 7 p. m. haya sacerdotes disponibles para este sacramento. En las parroquias también hay sacerdotes disponibles. Los invito a no dejar pasar esta oportunidad. En lo que va del año, miles de hermanos se han confesado incluso después de diez, veinte, treinta o más años, porque como hace poco ha dicho el Papa Francisco: “La salvación de Dios es para todos, nadie excluido.

Es un regalo para todos. Por eso el Jubileo es tiempo de gracia y de misericordia para todos: buenos y malos, para los que están sanos y los que sufren… Ninguno está excluido del perdón de Dios. Solamente tiene que acercarse arrepentido a Jesús y con ganas de ser abrazado por Él” (Audiencia general, 28.IX.2016). Así pues, si alguno se ha alejado de la Iglesia o hace tiempo que no se confiesa, es una buena oportunidad para volver a ella y experimentar “qué bueno es el Señor, dichoso el que se acoge a Él” (Salmo 33).

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