Carlos Timaná Kure
Director del Centro de Gobierno de la Universidad Católica San Pablo
¿Qué busca alguien que postula a un cargo de elección popular? Esa es la gran pregunta que deberíamos hacernos todos, y es que en 2022, Arequipa estaba sumida en una profunda crisis, el alcalde provincial Omar Candia Aguilar se fugó de las autoridades judiciales y la región había tenido una sucesión institucional, debido a la detención del gobernador Elmer Cáceres Llica por actos de corrupción.
Frente a esto, la población quería un cambio y, como suele ocurrir en Arequipa, la cercanía fue el factor fundamental, de allí que frente a Javier Ísmodes, el eterno candidato, ganó Rohel Sánchez, exrector de la Unsa, que al haber logrado el licenciamiento institucional y encarnar con ello cierta experiencia y no estar vinculado a partidos, se llevó la elección de forma holgada en primera vuelta.
Pero las expectativas fueron rápidamente truncadas, los jóvenes y técnicos que acompañaron a Rohel en la campaña no figuraron en el equipo de gobierno, sino que hubo reciclaje de anteriores administraciones, longevos profesores de la Unsa y luego, las denuncias por tráfico de influencias en la disposición de cargos, el escándalo de los chats de la esposa y la cereza del pastel: la contratación con los mismos de siempre. Así se entendió que el mismo plato estaba servido, no hubo cambio.
La justificación para un año sin resultados ha sido que el concesionario Cobra quedó mal con Majes-Siguas II, que la burocracia es difícil de mover, que la corrupción en la Gerencia de Transportes estaba enquistada; cosas que ya eran conocidas de sobra por el entonces candidato y por todos. No nos acostumbremos a justificar la inacción, seamos exigentes con nuestras autoridades, es la única forma en que podremos romper el molde.