El circo de la prisión preventiva

Renato Sumaria del Campo
Director del quincenario Encuentro 

Habría que recordar algo: técnicamente Ollanta Humala y Nadine Heredia no han sido acusados de nada ante el Poder Judicial. Están en calidad de investigados. O son sospechosos, a lo sumo. Y es bastante raro, por cierto, que todos los argumentos presentados por el fiscal Germán Juárez para pedir la prisión preventiva para la ex pareja presidencial no hayan sido usados más bien para plantear una acusación formal e iniciar el juicio de una vez por todas.

Me parece importante mencionar lo anterior debido al exitismo que ha seguido a la decisión de poner tras las rejas al expresidente y a la ex primera dama. Es como festejar una clasificación de Perú al Mundial luego de haber ganado solo el primer partido de las eliminatorias. Incluso hay muchos que después de la decisión del juez Concepción “han recuperado la confianza en la justicia peruana”. No quiero imaginar dónde quedará esa confianza cuando en unos días más se resuelva la apelación de los Humala Heredia contra la medida, y ambos salgan a enfrentar un juicio en libertad.

El Perú es un país de alharacas políticas. El griterío aturde e impide ver el horizonte de aquello que se necesita realmente para tener control político sobre los actos de los gobernantes. Y en este caso, en el que todo apunta a que los señalados armaron un partido político para lavar dinero, lo más importante no era montar el circo que hoy tenemos, sino llegar a un juicio. Para llegar a ese juicio se necesitaba un proceso sin excesos. La decisión de prisión preventiva es un exceso que da pie al circo. Allí está el círculo vicioso.

Con su decisión, Richard Concepción Carhuancho ha abierto un frente de batalla para los Humala Heredia. Nunca hay que subestimar la capacidad de un político peruano de victimizarse para salir fortalecido, aun en su peor momento, y mucho menos su capacidad de reciclarse. Ambos estaban muertos políticamente, listos para recibir una sentencia ejemplar si la sobriedad hubiese estado del lado de la justicia. Pero el juez prefirió creerse el cuento de ser «el magistrado que habla a través de sus sentencias» y colocó demasiados flashes sobre el asunto.

Hoy, el debate no se trata de las agendas de Nadine ni de los dichos de Barata, mucho menos del caso Madre Mía con su escandalosa compra de testigos. Por estos días hablamos de los sándwiches de queso que comparten Kenji Fujimori y Ollanta Humala en la Diroes, de la secretaria del juez Concepción y de la vinculación del magistrado con el amigo del amigo de Keiko. Lo que debatimos es si Heredia tiene una celda muy grande o muy cercana a la de la senderista Elena Iparraguirre; nos fijamos en quién visita a quién; abundan los memes y escasean los debates serios sobre el tema. Se adelantó la temporada de circo. Siéntese, póngase cómodo y compre canchita, que tenemos para rato.

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