El agua en el Perú, en tiempos de coronavirus

Dante Mormontoy Gonzales
Alejandro Cano Valencia
Docentes UCSP

En el siglo XVIII aparece y se adopta la doctrina higienista en Europa y posteriormente se expande al mundo. Esta doctrina fue una respuesta a las epidemias que azotaron el planeta, tales como la viruela, la peste negra, la peste bubónica, el tifus, el cólera, entre otras más.

La doctrina higienista promueve —entre tantas cosas— la implementación en las ciudades de los sistemas de agua y saneamiento, sistemas que siguen en evolución y que hoy en día busca la gestión integral del agua. Esta doctrina promovió la evolución de la cubeta de agua a los sistemas de tratamiento y conducción de agua potable (conexión domiciliaria); de la letrina a las plantas de tratamiento de aguas residuales (PTAR); de la presencia de miasmas (aguas empozadas y putrefactas) a los desagües pluviales urbanos, hoy, en plena reingeniería.

Haciendo un diagnóstico a nivel nacional, Arequipa tiene un servicio privilegiado al contar 23.5 horas de agua potable.

Según el médico peruano Oswaldo Salaverry, uno de los primeros impulsores de la doctrina higienista en el Perú fue el médico español Sebastián Ignacio Lorente Ibáñez (1813-1884), que en su publicación Catecismo de higiene, indica claramente la importancia de la gestión del agua, tanto en geografía (zonas empantanadas), servicios higiénicos (inodoros, tinas, grifos) y la eliminación de excretas (sistemas de saneamiento).

Hoy el higienismo y la gestión del agua cobran mayor notoriedad ante la presente crisis sanitaria por efectos del coronavirus (COVID-19) en el Perú y el mundo. Toma relevancia el agua potable, el arma de prevención más eficaz al contagio, mediante el lavado de manos con agua y jabón, siendo una forma segura de eliminar el virus si ya tuvo contacto con él. 

La Organización Mundial de la Salud nos detalla la forma correcta de hacerlo. Específicamente debemos frotar todas las partes de las manos de forma rigurosa, el frente, el dorso, entre los dedos, las uñas, etc., con una duración de al menos 20 segundos, por lo que es vital el garantizar a nuestros compatriotas un servicio continuo de agua por parte de las entidades prestadoras de servicios (EPS).

Haciendo un diagnóstico a nivel nacional, Arequipa tiene un servicio privilegiado al contar 23.5 horas de agua potable. La fuerte demanda de agua —por esta coyuntura—  provoca un mayor número de fallas en los elementos del sistema de producción y distribución, que se agrava con las condiciones climatológicas que azotan las ciudades peruanas (especialmente en la sierra). En ese contexto Arequipa es una zona muy vulnerable a las elevadas precipitaciones, debido a que la ciudad no cuenta con un adecuado drenaje de aguas pluviales, situación que causa aniegos de aguas residuales, exponiendo a la población a un doble riesgo sanitario, lo que obliga a las autoridades y a las EPS, a ejecutar reparaciones rápidas para restablecer el servicio a la población con personal que pone en riesgo su vida en esta etapa de emergencia. 

Es imperativo que las autoridades municipales, regionales y nacionales entiendan que es sumamente vital garantizar el abastecimiento de agua a la población, el no hacerlo puede acarrear serias secuelas en la propagación del virus y extender aún más la pandemia.

Una fuerte demanda de agua —por esta coyuntura— provoca un mayor número de fallas en los elementos del sistema de producción y distribución, que se agrava con las condiciones climatológicas que azotan las ciudades peruanas (especialmente en la sierra).

La mayoría de las entidades que administran los servicios de agua potable en el Perú requieren apoyo en estos momentos difíciles (salvo algunas excepciones), debido a que sus recursos son insuficientes para hacer una adecuada operación y mantenimiento de la infraestructura sanitaria. No obstante este no es el momento para buscar culpables, sino de evitar los riesgos de salud pública que implica no controlar la propagación del COVID-19.

Sobre la importancia del agua potable, se puede concluir que esta recorre un camino distante para llegar a nuestros hogares, requiere procesos especializados que consumen ingentes recursos monetarios, naturales, materiales, tecnológicos y humanos por lo que debemos valorar el papel fundamental que desempeñan hombres y mujeres que hacen posible los servicios de agua potable, siendo también parte del grupo de héroes anónimos en esta crisis sanitaria.

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