Consideraciones sobre la remuneración mínima vital

Germán Chávez Contreras
Economista – Rector UCSP

Por definición, la remuneración mínima vital (RMV) debería atender las necesidades básicas de la persona con un mínimo de dignidad. De acuerdo al Instituto Nacional de Estadística e Informática (INEI), el valor de la canasta básica del consumidor (CBC) es de 328 soles, mientras que el valor de la canasta básica alimentaria (solo alimentos) está en el orden de los 176 soles.

Entonces, para una familia de cuatro miembros, el ingreso mínimo tendría que ser de 1 312 soles. Por debajo de este monto la familia estaría en situación de pobreza, y si su ingreso es menor de 704 soles, estaría en extrema pobreza. Vemos que el valor actual de la RMV, aún con el reciente aumento aprobado por Pedro Pablo Kuczynski, no cubre el valor de la CBC y se encuentra cerca del umbral de la pobreza extrema.

La decisión no es sencilla, pues existe el fundado temor de que un incremento en la RMV puede destruir el empleo o empujar a la micro y pequeña empresa a la informalidad (70 % del empleo ya es informal), agravando la situación.

En la informalidad, las remuneraciones son incluso menores que la RMV y sin beneficios laborales. El planteamiento técnico señala que la RMV se debe ajustar cuando la inflación es elevada o la productividad del trabajo sube. Por un lado, la inflación del 2017 ha sido 1.36 %, la más baja desde el año 2009, y la productividad laboral no ha tenido un buen comportamiento.

Durante los últimos tres años, esta ha crecido menos del 3 %, y sectores como manufactura, comercio y pesca han tenido comportamientos negativos. Con estos argumentos no se podría ajustar la RMV sin que exista el riesgo de aumentar aún más la informalidad.

Más allá de pensar en ajustar la RMV, que beneficia a menos de la tercera parte del empleo formal, se debe invertir en el trabajador. La productividad crecerá cuando el trabajador goce de beneficios laborales, reciba capacitación y entrenamiento permanente y cuente con tecnología suficiente y moderna. Si no hay una preocupación del Estado y de la empresa privada por la persona, no es posible pensar en que la productividad mejorará, y así nos mantendremos en el círculo vicioso de la pobreza.

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