Charlie Gard

Monseñor Javier Del Río Alba
Arzobispo de Arequipa

Un niño de apenas once meses de nacido está movilizando en estos días a más de medio millón de personas. Se llama Charlie Gard y vive en Londres. Tiene una enfermedad que lo obliga a ser alimentado a través de una sonda y estar conectado a un respirador artificial. Hace unos meses, las autoridades del hospital en el que está internado comunicaron a sus padres que le retirarían ambos instrumentos, con lo cual el niño moriría de asfixia e inanición.

Como haría cualquier persona que ama a su hijo, los padres de Charlie se resistieron a que condenen a muerte a su bebé, e iniciaron una campaña pública para salvar su vida. Un médico de Nueva York se ha ofrecido a hacerse cargo del niño. Ha declarado que es posible que los médicos del hospital londinense se hayan equivocado en el diagnóstico de la enfermedad y que las probabilidades de mejorar la salud del niño van del diez al cincuenta por ciento.

Los padres de Charlie pidieron al hospital que les entregue a su hijo para trasladarlo a Estados Unidos, pero el hospital se negó a hacerlo e insistió en que deben dejar que el niño muera. Ante semejante injusticia, los esposos Gard acudieron a un juez para que ordene al hospital que les entregue al niño, pero tanto el juez como el Tribunal Superior británico denegaron el pedido.

En esas circunstancias, los esposos Gard acudieron a la Corte Europea de Derechos Humanos, la cual igualmente ha resuelto en contra del derecho del pequeño a la vida y del derecho de los padres a cuidar a su hijo. Ni siquiera aceptan que el hospital les entregue al bebé para que muera en casa.

Aunque pueda parecer increíble, es una historia de la vida real, que está sucediendo en estos días. Charlie habría ya muerto si no fuera por la campaña realizada a través de las redes sociales, que, como he mencionado, ha hecho posible que personas de todo el mundo exijan justicia para Charlie y sus padres.

El Papa Francisco ha pedido públicamente que se respete la vida del niño y ha ofrecido también acogerlo en el hospital del Vaticano, donde existe igualmente la posibilidad de darle un tratamiento médico. Lo mismo ha hecho el presidente Trump, pidiendo que se permita que el niño viaje a Estados Unidos. Ante el escándalo público, el juez británico ha aceptado revisar su sentencia, aunque no ha asegurado cambiarla.

Independientemente de cuál sea la decisión definitiva del juez, el caso de Charlie Gard pone de manifiesto una cruel realidad. Por un lado, el poco valor que en ciertos países llamados desarrollados se da a la vida humana, especialmente a la de los enfermos. Por otro lado, el poder que han asumido ciertos estados y organismos internacionales hasta apoderarse de la vida de un niño y violar la patria potestad de sus padres.

Esta es solo una muestra, porque hay muchas más de los excesos a los que se puede llegar cuando no se hace nada por frenar a ciertas corrientes, como la ideología de género que promociona la homosexualidad y el aborto, y se permite que el Estado ocupe el lugar de los padres imponiendo, por ejemplo, una determinada educación sexual en las escuelas. Ese es el futuro que espera al Perú si no hacemos algo por evitarlo. Usted decide si eso es lo que desea para sus hijos o sus nietos.

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