Balance y perspectivas del primer año de gobierno

Juan Carlos Eguren
Excongresista

A un año de iniciado el gobierno, vale la pena hacer un balance de este. Primero diremos que a nivel político, la gestión de Pedro Pablo Kuczynski (PPK) hizo cuatro apuestas iniciales: conformar un gabinete de perfil técnico, conservar un porcentaje importante de funcionarios del gobierno anterior, mantener buenas relaciones con los sectores antifujimoristas y fortalecer relaciones con los gobiernos regionales. Todo ello como estrategia ante su evidente debilidad política y parlamentaria. Tenía que buscar aliados que le den soporte y gobernabilidad.

Por el lado de la gestión pública, PPK optó por el destrabe de grandes proyectos de inversión pública y la simplificación administrativa para facilitar la inversión privada. Esto, en teoría, redundaría en un crecimiento del PBI superior al 4 %, seguido de la generación de empleo y la formalización. ¿Se logró ese objetivo? La respuesta categórica es no.

Todas las cifras son negativas: el PBI no crecerá más de 2 %; la recaudación fiscal, la generación de empleo adecuado, la inversión privada y la pública están en caída; y a contra cara, el déficit fiscal aumentó. Más aún, el famoso destrabe se trabó más con el caso Chinchero. Y en el caso del PBI, si no fuera por el remanente del año anterior por el inicio de operaciones de Las Bambas y la ampliación de Cerro Verde sumados al tema estacional de pesca, estaríamos con un crecimiento cercano a cero.

¿Qué podemos esperar para el siguiente año? Que el Gobierno insista en su estrategia original es una opción, pero si utiliza los mismos insumos lo único que obtendría son los mismos resultados que tiene hoy.

Entonces, necesitamos un golpe de timón capaz de relanzar las expectativas y retomar el rumbo de crecimiento, que pasa fundamentalmente por reactivar la inversión privada, poniendo especial énfasis en la minería y la construcción. En el caso de la inversión pública, tal vez la receta sea dejar que los megaproyectos caminen a su ritmo y privilegiar pequeñas y medianas inversiones de rápida ejecución en manos de gobiernos locales y regionales, que son más de 1 900 unidades ejecutoras.

En el ámbito político, es urgente cambiar el perfil del gabinete: más político que técnico, con personajes que no tengan carga ideológica antifujimorista y que sean más bien empáticos con la mayoría congresal. Antero Flores Aráoz de premier o Elmer Cuba como ministro de Economía serían alternativas interesantes.

En lo sectorial, la mayoría de los gremios siente que no tienen un ministro a su cargo o que está lejos de sus necesidades. Se evidencia, además, la falta de trabajo conjunto en función de una agenda priorizada y consensuada.

Si el Gobierno fuera osado e intrépido, el indulto a Fujimori, después de 12 años de prisión y al cumplir él 80 años de edad el próximo 28 de julio —con cerca del 70 % de la opinión pública a favor—, sería un inmejorable puente de plata hacia la única oposición que cuenta en el Congreso.

Finalmente, unas palabras para Fuerza Popular. La bancada naranja tiene tareas pendientes o, en su defecto, cuentas por pagar con miras al 2021. Teniendo la mayoría absoluta en el Congreso, sería imperdonable que no se atrevan a llevar a cabo las reformas estructurales o de segunda generación que se requieren con urgencia.

Y deberán tener muy presente que si terminamos en un quinquenio perdido, la cuenta no la pagarán PPK y compañía —ya que no tienen futuro político más allá de cinco años—, sino que la responsabilidad será atribuida en gran medida a su lideresa.

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