Arequipa está de moda

Arequipa acaba de ser sede de la Convención Minera —el segundo evento más grande del mundo en su rubro—, hace algunas semanas lo fue de un Congreso Mundial de Folclore, se alista para recibir el Congreso Mundial de Ciudades Patrimonio de la Humanidad en noviembre y cerrará el año acogiendo el Hay Festival, la gran fiesta de la intelectualidad mundial. Parece que la ciudad está de moda.

Los eventos mencionados —junto a otros de similar envergadura— siempre ponen en juego la capacidad de una ciudad para mostrarse como un entorno con servicios que funcionan como deben. Se tiene éxito en este desafío cuando se cuentan con autoridades que hacen lo que deben y no lo que les conviene.

En tal sentido, lo que tenemos hasta ahora, es un alcalde bastante apurado maquillando su procastinación urbanística (cuatro años le duró) tapando huecos en las pistas, pintando sardineles, colocando señalética, ordenando el tráfico, renovando áreas verdes, etc.; todas cosas que debieron constituir su trabajo cotidiano desde que fue elegido como autoridad.

Ni qué se diga de proyectos tan importantes como el de la peatonalización, que por el momento —y debido a la improvisación con la que está siendo implementada— no pasa de ser un simple cierre de calles sin lógica aparente solo para simular una preocupación por la conservación del patrimonio arquitectónico de nuestra zona monumental que en la práctica no existe.

Viendo el vaso medio lleno, lo importante es que al menos se está haciendo algo por preservar la ciudad y ponerla presentable. El gran tema es si esta inusitada preocupación por el ornato permanecerá los siguientes años o se irá apenas deje la ciudad el último visitante del Hay Festival. La respuesta la tiene el alcalde provincial. ¿Tiene un plan cierto?
Estar en los ojos del mundo nos ofrece muchas de oportunidades.

Una de ellas es la de mejorar el aspecto de nuestro entorno urbano, pero otra tal vez más importante sea la de comenzar a darnos cuenta que Arequipa, por ser una ciudad que cuenta con las condiciones para ser sede de eventos de gran envergadura, requiere mejores autoridades o al menos una nueva manera de entender el gobierno de las cosas de parte de quienes hoy detentan el poder. Ojala que nuestro alcalde, tan dado a ver ataques donde solo hay críticas por el bien de la ciudad, tome nota de las sugerencias que le vienen de varios sectores, para que mejore su labor.

Un mensaje final: no hay forma de gobernar una ciudad sino se cuenta con buenos ciudadanos. Podemos tener un mejor alcalde y mejores funcionarios, pero con pésimos vecinos es poco lo que se avanza. El arequipeño debe cuidar su entorno y no solamente enorgullecerse de él a través de las redes sociales. Podríamos comenzar por no estacionar vehículos en zona rígida o dejar de utilizar la hermosa Pontezuela como urinario público de los cientos de jovencitos que salen de las discotecas de la calle San Francisco cada fin de semana. Es hora de trabajar en serio por el bien de esta ciudad.

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