Redacción
El proyecto del grupo de investigación en Ciencia y Tecnología Ambiental (CTA) de la Universidad Católica San Pablo (UCSP) plantea la producción de espirulina, cultivada en aguas residuales de la crianza de truchas. Con esta microalga se produce un alimento fortificado para los mismos peces.
Este proyecto de economía circular fue presentado en una ronda de negocios celebrada entre los investigadores de la San Pablo y asociaciones de acuicultores de Puno. La actividad se realizó en el embarcadero Lagunillas.
“Los acuicultores se mostraron muy interesados en los resultados de esta investigación. Tenemos que seguir conversando para ver cómo podemos apoyarnos mutuamente”, señaló Javier Montalvo, coordinador del grupo de investigación CTA de la San Pablo.
Participaron tres asociaciones de acuicultores, representantes del Ministerio de la Producción, del grupo CTA y de la Incubadora de Negocios Kaman de la UCSP.
Los desafíos
En la cita se pudo conocer los diferentes desafíos que afronta la crianza de truchas en Puno. Uno de ellos, quizás el más importante, es la mortalidad de los alevinos (crías recién nacidas de peces) que puede llegar al 40 % del lote sembrado. Esta pérdida se debe a los cambios de temperatura que ocurren a lo largo del año o a la presencia de enfermedades.
Entre los meses de noviembre a enero, se registran temperaturas más elevadas que agravan la situación, aumentando considerablemente la cifra de mortalidad de los alevinos sembrados en jaulas flotantes. Se ha reportado también la “marea roja”, que consiste en la acidificación del agua llegando hasta un rango de pH=3, por causas aún desconocidas.
Otra problemática identificada es que existen enfermedades en el cuerpo de agua que afectan los cultivos y faltan más profesionales capacitados para diagnosticarlas y tratarlas. Esto se agrava por la ausencia de laboratorios cercanos para realizar análisis rápidos y eficientes del agua usada en la crianza de peces.
Una oportunidad
Ante esta situación es que la investigación desarrollada por la San Pablo surge como una oportunidad, ya que no sólo mejoraría la nutrición de las truchas fortaleciendo su sistema inmunológico, sino que haría la producción menos costosa y más rentable.
Según los resultados, las truchas nutridas con este alimento tienen un mejor nivel de engorde y en menor tiempo alcanzan la etapa juvenil. Los peces que consumieron este alimento llegaron a pesar 250 gramos (mejor engorde), hasta 18 días antes que otros peces alimentados con nutrientes convencionales.
Los resultados obtenidos en esta investigación aún están a nivel de laboratorio y se requiere ponerlos a prueba en un entorno real como una laguna. Para ello se busca la participación de los acuicultores en la siguiente etapa del proyecto, que sería el escalamiento y la validación final para verificar la eficacia de este alimento y que pueda ser comercializado.
A partir de esta ronda de negocios se propuso establecer acuerdos de colaboración entre la San Pablo y los acuicultores de Puno, con el objetivo de participar, conjuntamente, en convocatorias para obtener financiamiento y así facilitar la prueba del alimento en los cultivos de trucha.