“PPK tiene un sesgo centralista y eso le hace más daño a su gestión”

Carlos Meléndez Guerrero es sociólogo por la Pontificia Universidad Católica del Perú, doctor en Ciencias Políticas por la Universidad de Notre Dame (EE. UU.) y columnista de El Comercio.

Rolando Vilca Begazo

¿En qué medida la prisión preventiva de Ollanta Humala y Nadine Heredia, que concentra la atención mediática, le favorece al gobierno de Pedro Pablo Kuczynski (PPK) para reorientar su gestión en su segundo año de gobierno?
No sé hasta qué punto favorezca directamente al gobierno de Kuczynski, porque él no se imaginó que las investigaciones en Brasil [por el caso Lava Jato] iban a tener este impacto. El destape de corrupción en Brasil empezó a golpear primero a la pareja Humala Heredia, pero también puede afectar a otras autoridades y personajes, que pueden estar involucrados, inclusive, con el propio gobierno. En ese sentido, un destape de corrupción como este implica más riesgos que un aspecto positivo o que se vea como un elemento distractor.

Entonces, el panorama político se le puede complicar más a PPK, a pesar de lograr esta tregua con Fuerza Popular.
PPK empieza su segundo año de gobierno en mejores condiciones políticas, pero no necesariamente en buenas condiciones de aprobación. A nivel político logró los puentes que necesitaba, al menos eso se percibe y es un aspecto positivo; sin embargo en términos de corrupción proveniente de Brasil se va a generar un tufillo de desconfianza, que se podría convertir en nuevas investigaciones dentro del sistema judicial.

Esta desconfianza no solo se percibe en la población, sino a nivel empresarial, y contribuyó a este pobre crecimiento de la economía del país.
En el Perú, históricamente, los escándalos de corrupción estuvieron relacionados con momentos de crecimiento económico. Por eso, no es casual que estos casos de corrupción ocurran en los últimos diez años. Eso genera un impacto en la clase empresarial, porque replantea las formas de hacer negocios y de instituir la política en el país. Lamentablemente, la forma de hacer negocios [instaurada a nivel nacional] son estas cosas de lobbies informales y esta política de adendas.

Entonces, claro, las investigaciones de corrupción replantean y exigen al Gobierno que tenga una respuesta sobre cómo generar un clima de confianza empresarial y creo que no tiene una idea de qué hacer con los instrumentos e instancias de lucha contra la corrupción. Ahora, el ingreso de Nelson Shack a la Contraloría General de la República puede ayudar a replantear los instrumentos del Estado para la lucha contra la corrupción.

¿Crees que a partir del 28 de julio se puede iniciar una nueva etapa de gobierno que no solo recupere la confianza del empresariado y de la población, sino para que se puedan sentar las bases a fin de recuperar la economía en el corto plazo?
Esta tregua entre el fujimorismo y el oficialismo tuvo un impacto positivo, sobre todo en las élites empresariales, porque a nivel de la población son otros los factores que importan. Allí interesan más los temas de seguridad, empleo, informalidad y la realidad que viven en las principales ciudades del país.

Aprobación mediocre

Entonces hay una tarea por hacer respecto a la población, porque según las encuestas PPK no tiene más allá de un 35 % de aprobación popular.
Y seguirá con una aprobación mediocre en su segundo año de gobierno. Esta es una tendencia que excede a PPK. Si se observa desde el gobierno de [Alejandro] Toledo hacia adelante se encontrará una pendiente constante y esto seguirá así. Es decir, habrá un desgaste propio del Gobierno, pero mientras no llegue a niveles por debajo del 20 % [de aprobación] no habrá mayor problema. Si se logra estabilizar en 30 % será un rasgo positivo, pero eso dependerá de que se hagan cambios enfáticos en sectores de seguridad, empleo e informalidad, que tienen un impacto directo en la población.

Más allá de esta tregua entre PPK y Keiko Fujimori, ¿la eventual liberación de Alberto Fujimori podría atenuar más esa presión y ese cuestionamiento de la bancada de Fuerza Popular hacia el Gobierno?
El tema de Alberto Fujimori importa a un sector y no a todo el fujimorismo, sobre todo al sector albertista, a un grupo de congresistas, incluido Kenji. Ahora, PPK y gran parte de la opinión pública cometen el error de creer que en el fujimorismo el único elemento de relevancia y de cohesión es la libertad de Fujimori, y no es así. El fujimorismo es más que eso. Si Fujimori está libre o no, el Congreso y el Ejecutivo seguirán en una relación cordial, pero tensa.

En todo caso, ¿no se debería decidir ya si es liberado o no?
Si hay un momento para debatir su liberación y no solo decidirse es al final de los cinco años de Kuczynski. En todos los países, las ‘gracias importantes’ se dan al final del gobierno. Me parece absurdo tener este debate todos los días en el país.

Mirada a las regiones

A pocos días del 28 de julio, ¿qué otros cambios debería considerar PPK para reorientar su gestión y crear un mejor panorama para los siguientes cuatro años de gobierno?
Debería tener una mayor mirada hacia las regiones. Los ministros demostraron su mejor desempeño cuando estuvieron más cerca del interior del país, cuando se les encargó ver el tema de las emergencias [por el fenómeno de El Niño] en el norte. Creo que esa es una fórmula que le funcionó a PPK y es lo que debería seguir haciendo. Los ministros, además de ser responsables sectoriales, deberían tener una mayor conexión con las regiones.

A PPK también se le cuestiona su falta de protagonismo político y, aparentemente, Fernando Zavala como premier no aportó mucho en ese aspecto.
Zavala ha cumplido un rol, ha generado confianza en los sectores empresariales de élite limeña. Es alguien que tiene toda la confianza del presidente y no se le puede negar ese aporte en este primer año. Pero claro, el puesto de premier es muy desgastante, en ese sentido se requiere de una reorientación [de la gestión], que debe ir de la mano con esta mirada hacia fuera de Lima. El Gobierno está muy encerrado en Lima.

PPK piensa que tener presencia política en las regiones es ir a inaugurar una obra y regresarse, o grabar su programa [Conversando con el Presidente] en el interior del país. Esa es una fórmula que funcionaba en los noventa, cuando el presidente viajaba de una ciudad a otra. El interior del país requiere de gestión y megaobras. Justamente uno de los problemas de este gobierno es que no ha sido capaz de hacer una obra pública de envergadura en las regiones fuera de Lima.

De hecho, los gobernadores regionales cuestionan el centralismo de parte del Ejecutivo, que tiene mucho que ver con la mayor concentración del presupuesto público a nivel del Ejecutivo.
El gobierno de PPK tiene un sesgo centralista, un sesgo limeño, un sesgo sanisidrino inclusive, un sesgo hacia las élites y las clases altas; es un sesgo propio de PPK, de su entorno y del Ejecutivo. Y eso es lo que más daño le hace a su gestión, aparecen como personas que no tienen ‘calle’ y que no se ensucian los zapatos. Con más trabajo de campo podrían, por lo menos, saber cuál es el feeling que hay entre las regiones y las distancias abismales [en términos de desarrollo] que hay entre las ciudades del interior del país y Lima.

Ese giro hacia las regiones, ¿podría ser el punto de quiebre en su gobierno y que, incluso, le garantice el éxito a su gestión?
Desde luego. PPK es abierto a las críticas cuando se le dice que no hace política y acepta las quejas de que sus ministros no tienen suficiente trabajo en el terreno. Pero el trabajo en el terreno es político, el trabajo técnico se hace en el gabinete para diseñar las políticas públicas. Ahora, estas políticas públicas no funcionan solo por criterios técnicos, sino por manejo político, por cómo vender esas políticas.

Entonces, tiene que ver con cómo se lleva el Estado al interior del país y eso no se está haciendo. PPK no tiene la habilidad para ello, piensa que gobernar el país es solo manejar las cifras macroeconómicas, cuando se trata de organizar a la sociedad. Los problemas que tenemos no solo tienen que ver con el desempeño económico, sino con la organización funcional de la sociedad; tiene incendios en centros comerciales, conflictos sociales y problemas de informalidad que corroen todas las áreas de la política y de la sociedad en general. Eso no se resuelve con macrocifras económicas, se soluciona con una visión para organizar a la sociedad y eso el Gobierno no lo tiene.

En algún momento se propuso la creación de un Ministerio de Descentralización. ¿Esa sería una alternativa adecuada?
No necesariamente pasa por la creación de un ministerio, sino de tener una Presidencia del Consejo de Ministros más descentralizada, si se hace que los ministros tengan responsabilidades gerenciales y de gestión sobre las regiones. Esa me parece que es una buena fórmula para vincular el trabajo de tecnócratas limeños con la realidad del país. Que los ministros, además de responsabilidades sectoriales, tengan responsabilidades territoriales.

¿Esta visión es tarea del presidente o del premier?
Eso debería hacerlo Kuczynski directamente.

Tal vez el problema pasa por la forma que tiene PPK de ver la realidad del país, y si allí hay una distorsión, tal vez no haya mucho que esperar de su gobierno.
Sí, la verdad es que no espero mucho de PPK; es un tipo recorrido, con mucha experiencia y costumbres adquiridas: no va a cambiar. Lamentablemente, el presidente escucha poco, tiene en su chip personal una visión del país que ha desbordado. No sabe qué es quedarse en medio del tráfico en el Jirón de la Unión en el centro de Lima. No sabe cómo transportarse entre una ciudad del interior de una región hacia la capital de esa misma región, nunca se subió a un bus para viajar de Camaná a Arequipa, por ejemplo. Si supiera cuáles son los problemas reales del país, tendría una reorganización de sus prioridades.

Se esperaba que Martín Vizcarra sea ese contrapeso, aquel personaje que obligue al Gobierno a mirar hacia las regiones, pero su salida del MTC truncó ese aspecto.
Pero una sola persona es insuficiente. Se necesitan por lo menos cinco Martín Vizcarra [en el Gabinete de Ministros] para que cuando uno se vea desprestigiado por su manejo de gestión se tengan a otros más. Él era alguien de mucha llegada con el interior del país y de mucho conocimiento de cómo funciona la política y la gestión pública en las regiones. Y cae por su ineficiencia en cómo hacer negocios en la capital; entonces no solo era su responsabilidad.

No se puede depender de una sola figura que sea el contrapeso con las regiones, se debería tener más ministros que provengan de las regiones y empoderarlos de las ruedas comerciales.

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