“Las manifestaciones de corrupción son más dañinas que la baja popularidad”

José Carlos Requena analiza la baja aprobación de Kuczynski a siete meses de iniciar su gobierno.

Rolando Vilca Begazo

La popularidad del presidente Kuczynski está en picada, una reciente encuesta de opinión revela que solo tiene un 35 % de aprobación a nivel nacional. ¿Por qué de pronto le va tan mal?
Le va mal porque no termina de darse cuenta del rol que le compete ahora como presidente. Fue ministro y tuvo un rol destacado en el sector privado, pero ahora los ritmos son distintos en el sector público y creo que no termina de asumir eso.

Es decir ¿aún no asume su rol como mandatario de Estado que ganó en las urnas?
Él lidera un equipo de gobierno. Lo que pasa es que no se da cuenta de las sensibilidades, sutilezas y requerimientos del trabajo político donde tiene que consensuar, acercarse, ceder, transar, en fin. Todas esas cosas no se dieron en el sector privado ni en el ministerio donde trabajó. Entonces este ritmo provoca que muchas veces haga cosas que terminan poniéndolo en problemas.

En una anterior entrevista dijiste que Kuczynski no tendría inconvenientes en hacer lo necesario para mantener su gobierno, pero este pragmatismo que lo caracteriza parece que no le es suficiente.
Efectivamente. Él es muy pragmático en términos de ceder y negociar, pero no acaba por darle un resultado, un rumbo más político a su gobierno. Tiene el pragmatismo del sector privado y del Ministerio de Economía y Finanzas, pero hay ritmos mucho más lentos y cosas más complejas que todavía no termina de asumir.

El mismo caso de [la concesión del aeropuerto de] Chinchero, por ejemplo, con tantas idas y venidas que uno termina muy desorientado. El proyecto era positivo, ahora no se entiendepor qué el ministro de Transportes [Martín Vizcarra] retrocede tanto. Es una cosa muy confusa.

¿Crees que el proyecto de Chinchero pueda ser el talón de Aquiles del actual gobierno?
Hay personajes como Rosa María Palacios que comparan esto con Conga. No creo que llegue a tanto. Sí se trata de un proyecto esperado durante muchos años por el pueblo de Cusco y hay varias posiciones sobre su conveniencia técnica. El presidente asumió que debe encaminar este proyecto, entonces el que sea o no un talón de Aquiles dependerá de cómo se maneje. Lamentablemente, por cómo se viene trabajando podría convertirse en un flanco de cuidado.

El congresista Víctor Andrés Belaunde denunció que uno de los socios del consorcio Kuntur Wasi, a cargo de este proyecto, habría financiado la campaña del presidente Kuczynski.
Sus afirmaciones se basan en fotografías. Pero creo que debería ser más ponderado. Lamentablemente, en un país donde el nivel de desconfianza es tan alto este tipo de rumores tienen asidero.

Ahora, el presidente, en respuesta, dijo que conocía a casi todos los empresarios del país, pero aclaró que no todos eran sus ‘patas’.
La verdad que una foto, muchas veces, no es muestra de algo. El propio Víctor Andrés Belaunde tiene fotos con [Alejandro] Toledo y Eliane Karp, y eso no significa que sea cómplice de las cosas de las que se les acusa. En todo caso, si tiene indicios, que se investiguen. Lamentablemente las idas y venidas del Gobierno, en este caso, crean un poco más de confusión.

El caso de Chinchero evidencia que no es suficiente el gesto político para sacar adelante un proyecto que beneficia a la población de Cusco, y que además no tendría un sustento técnico y transparente.
En el caso de Chinchero identifiqué hasta tres posiciones. Un grupo de gente quiere hacerlo sin importar qué, así hayan casos de corrupción, y allí están las autoridades regionales, el alcalde provincial y la Cámara de Comercio de Cusco.

Un segundo grupo quiere hacerlo con algunos reparos éticos o de algún acuerdo mal habido que pudo haber existido, donde está Víctor Andrés Belaunde y quizás el propio Gobierno que, dada la situación que vive el país, quiere que las cosas salgan limpias; y hay otro sector que considera que técnicamente este proyecto no es viable, donde está la Asociación de Pilotos del Perú. Pero las idas y venidas han creado más confusión sobre el proyecto.

El mismo ministro Martín Vizcarra dijo que si las autoridades de Cusco lo pedían, se podía anular el contrato de concesión del aeropuerto internacional de Chinchero.
Esto grafica cómo no se tiene claro lo que se quiere hacer y esa es otra de las falencias que ha demostrado el Ejecutivo hasta ahora.

¿En qué medida afectará el bajo nivel de aprobación presidencial a la gobernabilidad y a la recuperación económica del país?
El quinquenio 2001 y 2006 [gobierno de Alejandro Toledo] demostró que el país podía caminar con un presidente cuyo índice de popularidad era de un dígito, el tema es que te quita espacio para las reformas ambiciosas.

Entonces, prácticamente te condena a sobrevivir. En términos de gobernabilidad como tal, creo que las manifestaciones de corrupción son más dañinas que la baja popularidad. Así, más grave sería que las acusaciones de corrupción alcancen a la totalidad del espectro político, que ya lo está haciendo, y hagan perder la legitimidad ganada en las urnas.

En todo caso ¿se podría sostener el Gobierno, pero las grandes reformas que demanda el Estado quedarían truncas?
Digamos que él (Pedro Pablo Kuczynski) no sería el principal actor. La revolución social anunciada para el Perú en su visita a Estados Unidos tendría que ser fruto del consenso con otros actores políticos y no [dependerá] solo de lo que él quiera, porque la pérdida de popularidad le restará fuerza [política].

El desenlace final del proyecto de Chinchero podría afectar más la imagen del Gobierno porque compromete a Martín Vizcarra y al mismo presidente.

 

Lava Jato es más dañino

Hablemos sobre el escándalo Odebrecht y la secuela que podría generar en el país. ¿Cómo crees que acabarán los partidos y los principales líderes políticos?
Es muy penoso que los tres presidentes que gobernaron el país después de la caída del fujimorismo sean cuestionados. Es cierto que [Alan] García vino a aclarar varios temas, pero la sensación de desconfianza se mantiene entre la población. El caso Lava Jato no ha hecho más que confirmar o dar sustento al desprestigio con el que contaban los expresidentes y líderes políticos, y eso es un golpe muy fuerte. En el sector empresarial, una de las compañías emblemáticas como Graña y Montero también ha sido afectada; los tecnócratas que estuvieron, los periodistas, igual.

Lo dañino del caso Lava Jato es que es una cosa extendida y generalizada y, en ese sentido, es mucho más dañino que la corrupción del 90. En la corrupción de los 90, de alguna manera se sabía quiénes eran los malos, ahora es mucho más complicado, aunque el país tiene más espaldas para recuperarse. Tiene una democracia para expresarse, un Poder Judicial y un Ministerio Público independientes, una economía más sólida y una burocracia más cuajada. El problema es mayor pero también tenemos mayores recursos para reponernos.

¿La actuación del Poder Judicial y la del Ministerio Público garantizan una transparencia adecuada y la fortaleza necesaria para investigar y sancionar estos hechos?
Por lo menos garantizan independencia. La transparencia y la fortaleza que mencionas tendrán que demostrarse en los hechos. Por lo menos son autónomos, vamos a ver si se manejan con la independencia que se requiere. Por lo visto hasta ahora hay cierta lentitud y cosas que se deben corregir para dar más confianza a la ciudadanía y esperemos que se concreten en las próximas semanas.

El caso Lava Jato también creaba la oportunidad para que el Ejecutivo evidencie una actitud decidida de lucha frontal contra la corrupción, pero tampoco se observa eso.
Si pues, eso es muy curioso. La apatía de quien debería liderar a los procuradores, que es la ministra de Justicia [Marisol Pérez Tello], contrasta con lo que, a mi juicio, son gestos un poco torpes del Ministerio del Interior, que queriendo buscar cámaras y mayor legitimidad presentó estas órdenes de captura contra Alejandro Toledo de manera apresurada.

Porque la primera vez que hizo el pedido de orden de captura internacional todavía no se habían agotado los recursos que judicialmente lo amparaban en el país, como este habeas corpus, que luego se denegó. Pero hubo una semana en que había una decisión judicial pendiente y aun con eso el Ministerio del Interior se apresuró a pedir una orden de captura.

Premier débil

¿Cómo evalúas el rol del premier Fernando Zavala en este escenario? ¿No debió asumir una postura más política y de liderazgo frente a la frágil imagen del presidente?
Si recordamos los tres gobiernos previos, encontramos a premieres sólidos que ayudaban a los presidentes a sortear los temporales. Recordemos el rol de Pedro Cateriano respecto a Humala o del propio Pedro Pablo Kuczynski con Toledo, le dieron cierto respiro, eso no es algo que se vea ahora.

¿Esto es producto de su personalidad o porque al interior del Gobierno no se le permite asumir ese rol?
Habría que estar dentro de las reuniones del Ejecutivo para saberlo. Lo que uno ve hacia afuera es que tiene un poco de ambas cosas y que no aprende el estilo que debe asumir.

En este contexto político, ¿qué rol debe asumir la oposición?
En términos numéricos la principal oposición es el fujimorismo y ahora lo vemos muy callado. En los debates públicos quienes destacan son personalidades aisladas pero que políticamente tienen mucho más peso, como Víctor Andrés Belaunde o Juan Sheput, que suenan más fuerte que 10 o 15 congresistas fujimoristas. Lo que se percibe es que el rol de la oposición es bastante apático y desorientado, quizás dado el enrarecido panorama no les conviene aparecer.

El premier Fernando Zavala, a diferencia de los de gobiernos anteriores, no ayudó al presidente a sortear los temporales políticos.
Salir de la versión móvil