Christiaan Lecarnaqué Linares
La enseñanza de una carrera de ingeniería en las universidades tiene algunas particularidades que nos lleva a preguntarnos si es posible o no ejecutarla de manera virtual.
El director del Departamento de Arquitectura e Ingenierías de la Construcción de la Universidad Católica San Pablo, Galvarino Pinto Rodríguez, y también ingeniero civil, consideró que “una ingeniería tiene mucha relación con la persona. Nosotros trabajamos haciendo proyectos u obras que tienen un impacto en la sociedad. El estudiante de Ingeniería Civil sí necesita de un matiz presencial”.
Por eso es que recordó que cuando tuvieron la oportunidad, solicitaron regresar lo más pronto posible a las clases presenciales.
Durante la pandemia, en que los estudiantes estuvieron encerrados en sus casas, igual recibieron las lecciones en forma virtual pero, una vez en la universidad, los alumnos fueron llevados a los laboratorios o a zonas donde están las obras, para que complementaran los conocimientos recibidos a través de una computadora. “Cuando se proponen los proyectos, el ingeniero civil tiene que ir al sitio, al lugar”, dijo.
El vicerrector académico de la San Pablo, Efraín Zenteno Bolaños, también consideró que la enseñanza de las ingenierías requiere de un componente práctico que garantice una formación óptima en el alumno. “La ingeniería es una disciplina aplicada, es decir que, mucho de lo que se hace se consigue en la práctica. No hay forma de hacerlo por medios remotos”, afirmó.
Además, destacó que se necesita de la presencialidad para desarrollar tareas específicas en estas carreras, principalmente, cuando se realiza una investigación. “La investigación en ingeniería requiere de prototipos, evaluación, el testeo en ideas y eso se da con una interacción personal”, indicó.
¿Qué hacemos con la educación virtual?
Si bien la virtualidad ya se ofrecía antes de la llegada de la pandemia, no se masificó sino hasta que estuvimos encerrados en nuestras casas para evitar la propagación del covid-19. En aquellos días no había otra opción. Pero con el regreso de la presencialidad ¿hay que descartarla?
Galvarino Pinto Rodríguez sostuvo que habría que sumarla al aprendizaje de los estudiantes en determinadas materias, pero cuidando la metodología a emplear para garantizar una buena enseñanza.
Mencionó, por ejemplo, que para los estudiantes de posgrados podría ser una buena opción, sobre todo, para aquellos que no están en la ciudad y quieren recibir las clases dictadas en la San Pablo.
Por su parte, Efraín Zenteno indicó que los alumnos deberían contar con dos habilidades antes de llevar clases de manera remota: concentración y disciplina.
Para él, estos son hábitos que se adquieren a lo largo de nuestra vida y no es que se nazca con estas cualidades. Por eso es que cree que un alumno más maduro, profesional o trabajador, no tendría problemas en recibir sus clases por Internet, pero tiene dudas sobre si los niños y jóvenes recién egresados de un colegio, ya tengan estas habilidades desarrolladas.
No cree que se trate de un tema generacional, en el que los jóvenes utilicen con más frecuencia la tecnología que en el caso de los adultos y por ello deba apostarse 100 % por la educación virtual, sino que la presencialidad complementa los conocimientos.
Además, genera “una vida universitaria que va más allá de las clases en los laboratorios, que tiene que ver con compartir espacios, opiniones, encontrarse con personas para reconocer y aprender de las ideas de estas. La universidad se diseña para ser un ambiente donde se transmita mucho de este clima vibrante”, idea que no calza en una propuesta de enseñanza virtual. Aunque esto tampoco significa que se la deba descartar, sino llevarla de manera más adecuada y efectiva.