Crisis política y hechos de corrupción influirán en elecciones presidenciales

El sociólogo y analista político, Carlos Basombrío, días atrás se reunió con representantes del sector empresarial de Arequipa. En esa ocasión, revisó la crisis política y acusaciones de corrupción que afronta el gobierno de Ollanta Humala y dejó varias reflexiones sobre el impacto de estos hechos en el escenario electoral que se avecina.

¿Qué tan grave es la crisis política que afecta al gobierno, en este momento?
Yo diría que estamos con un presidente sin columna vertebral, en términos políticos, o sea sin una identidad clara que lo ancle a algo, bueno o malo, regular o pésimo, pero que permita decir Ollanta Humala es esto. En alguna época fue la hechura de su padre, en otra la asociación con su hermano Antauro y, en los últimos años la vinculación con su esposa Nadine. Pero no se sabe bien qué es el presidente, esa es la sensación política.

En segundo lugar, Nadine Heredia ha sido una combinación explosiva de inexperiencia con soberbia y ambición. En tercer lugar, han gobernado sin partido y sin vocación de concertar con otras fuerzas (políticas). Cada vez que un Premier lo intentó tuvo problemas o no logró resultados. Además, es un presidente que está peleado con la izquierda y la derecha a la vez y está agotado políticamente. Le faltan 10 meses para irse y lo que le viene después de dejar el gobierno es tremendamente complicado.

¿Por qué se podría complicar su situación?
Es que estamos en una crisis política que se superpone con otra crisis de corrupción y tiene una serie de elementos muy complicados. Como vemos ella es la que está en el centro de la tormenta y lo estuvo desde hace mucho tiempo. El Congreso recomendó incluirla en la investigación por lavado de activos en el caso de Martín Belaunde Lossio. Y a eso se suma el tema complicadísimo de las agendas, a estas alturas, habría que ser ciego para dudar que no son de ella.

¿Qué tan perjudicial para el país puede ser este contexto político?
El problema es que no solo el gobierno tiene una imagen de corrupción, sino que esto abarca a otros sectores políticos de manera simultánea, y una de las estrategias de este gobierno es ‘sí, sí, pero ustedes robaron más’. Entonces ahí nos queda una sensación de país bombardeado por crisis de corrupción. (…) este panorama político es una marea negra que se viene. La gente ve esta imagen que repele y que causa rechazo justo cuando se vienen procesos electorales.

Entonces, ¿bajo qué condiciones se desarrollará este proceso electoral?
La primera y más importante es que no se hicieron las reformas electorales que se necesitaban. Todavía queda algunos días de setiembre, pero ya parece imposible cambiar el hecho que tengamos 21 partidos que pueden competir en las elecciones del 2016.

Cómo puede haber un mínimo de seriedad política con este ambiente, tendremos de 10 a 12 candidatos. Lo otro que no cambiará es el voto preferencial, es decir además de tener 12 personas en busca de ganarse la lotería, tendremos detrás de cada uno a (otros) 130 candidatos compitiendo entre ellos por el voto popular. Tampoco hay la garantía de que los mecanismos de control de dinero sucio en la campaña (electoral) sean suficientes, con lo cual crece el riesgo del ingreso de dinero ilícito, que permite que ingresen personas que no deben estar en el Congreso.

Además, tendremos una campaña electoral en medio de un fenómeno de El Niño.
Así es. Van haber candidatos liderando mítines en medio de huaycos y lluvias. Otro fenómeno aún incontrolable, es el efecto del caso Lava Jato, la investigación de corrupción más grande de América Latina y donde se descubrió una red de corrupción que involucra poder político y a las empresas al más alto nivel. Eso fundamentalmente en Brasil, pero los ecos sísmicos llegan a Colombia, Venezuela y Perú. Ya se sabe que el dinero chico llegaba en avionetas y esto puede involucrar a (Alejandro) Toledo, (Alan) García y (Ollanta) Humala. Sí se encuentra el dinero grande se complicará más.

En cuanto a las preferencias electorales, ¿la foto actual de las encuestas puede cambiar?
La foto en el Perú cambia sorpresivamente. En las campañas políticas las lealtades políticas importan muy poco y el electorado cambia fácilmente de preferencia. Hasta ahora, tenemos un primer grupo que lidera Keiko (Fujimori) con una ventaja de hasta 20 puntos sobre el segundo. Un segundo grupo donde está solo Pedro Pablo Kuczynski, muy distanciado de los que vienen en otro grupo y después, se puede identificar un tercer grupo que encabeza (Alan) García y termina en (Humberto) Lay, es decir los que están entre 7 y 3%.

¿En la evolución como se podría mover las preferencias electorales?
Se ve una Keiko estable y fuerte y a estas alturas (hoy) está casi segura en la segunda vuelta del 2016. PPK con una aprobación estable pero sin pasar la barrera del 20% que es una barrera psicológica muy importante. García tiene tendencia a la baja, como consecuencia de la imagen de corrupción vinculada a los narcoindultos. Toledo también con tendencia a la baja y a diferencia de García, que puede tener la capacidad de remontar la tendencia actual, sus posibilidades de remontar son casi nulas. Quedan expectantes Lay y Acuña. Urresti está en bajada pronunciada, además no queda claro que el Partido Nacionalista lo quiera de candidato y, si eso ocurriera se produciría un cisma en su interior.

En este contexto ¿qué tipo de candidato busca la población?
Según una encuesta de Alfredo Torres (director ejecutivo de Ipsos Perú) la gente reclama que tenga visión de futuro y vocación de liderazgo, dos virtudes que contrastan con lo que es Ollanta Humala como presidente. Pero encima de ellas sigue primando la honestidad como elemento más importante que la gente quiere para su próximo presidente. Eso confronta con la percepción que hay ahora de crisis de corrupción generalizada y hace prever cierto factor de incertidumbre de cómo tomará la gente sus decisiones al momento de elegir.

Si hubiera sorpresas ¿podrían venir del lado de la izquierda? ¿Puede haber un radical de izquierda que gane las elecciones?
Yo lo creo muy, muy, varias veces muy, improbable. Primero por el desgaste que significó haberse jugado por Ollanta Humala y haber sido un desastre como gobierno. Segundo, que todos los precandidatos de izquierda en general, tienen una aceptación mínima y no es porque no sean conocidos. Arana y Santos (por ejemplo) con el protagonismo que tuvieron en Tía María y Conga (respectivamente), los conocen, pero creo que incluso los que apoyaron esas movilizaciones no los ven como el candidato que ellos quieren.

El otro problema que tiene la izquierda es que está profundamente dividida y además, se enfrentan entre ellos. El sector de Arana tendrá sus elecciones internas en octubre y el otro sector está con Yehude Simon. Ambos grupos están enfrentados. En medio de ellos Veronika Mendoza parece tener cierta imagen renovada, pero tiene una dificultad adicional: ser precandidata contra Arana, es decir (primero) tiene que ganarle al dueño del partido que ha hecho todo para ser él. Lo cual es poco probable.

¿Esta campaña electoral debería estar marcada por los temas de lucha anticorrupción y seguridad ciudadana?
Yo añadiría un tercer tema, la recuperación económica. Sí esos temas deben ser parte de la agen-da electoral.

¿Cómo se deberían conducir las propuestas por los primeros temas?
En términos generales hay tres procesos que deberían implementarse. Si hay inseguridad ciudadana y si hay corrupción es en gran parte porque tenemos instituciones débiles que nos capaces de sancionar a los responsables, esa es una primera cosa. El delito, sobre todo el crimen organizado, es un tema marcado. No creo que haya soluciones mágicas en el tema de inseguridad. La recuperación será larga pero hay que iniciar las cosas que deben hacerse ¡ya!, la idea es que estemos un poquito mejor cada año, pero si alguien le dice que resolverá la delincuencia en seis meses está mintiendo.

¿Estos cuatro años fueron una oportunidad perdida para resolver la delincuencia?
Definitivamente, creo que el nivel de deterioro cualitativo y cuantitativo es muy grande. En América Latina somos el país que más victimización tiene, es decir con la mayor cantidad de personas afectadas por un delito. El otro problema es que aumentó la delincuencia organizada. En el Perú no existían sicarios, ni extorsión, eso da una idea de cómo se ha deteriorado la situación.

¿Por qué en estos cuatro años se incrementó la corrupción?
Es una pregunta difícil de contestar. Hemos tenido años peores y con casos de corrupción más grave como el gobierno fujimorista. Lo que ha pasado es que tuvimos la expectativa de que todo podía cambiar y mejorar después de lo ocurrido con Fujimori y Montesinos. Pero ahora vemos una corrupción más descentralizada, en grupos determinados, en gobiernos regionales, locales y en el gobierno central, cada uno con su propia agenda pero el resultado sigue siendo dañino. Cuando ocurre eso la gente está muy dispuesta a apoyar cualquier cosa.

¿Esta situación podría favorecer la aparición de un outsider?
Podría, no sabemos. El ejemplo más cercano es lo ocurrido en las elecciones de Lima donde (Enrique) Cornejo a pesar de ser aprista sacó 17%, con una campaña de solo dos o tres semanas. Lo que quiero decirles es que esa sensación (de crisis política y de corrupción) es muy peligrosa por la incertidumbre que ocasiona. (…) Es una serie de cosas y no hay que culpar a la población, hay un sistema político que no crea condiciones adecuadas para que vaya con interés a votar y sepa elegir.

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