Juan Pablo Olivares
Hasta el 15 de junio de este año, en la provincia de Arequipa se presentaron 6881 denuncias por violencia familiar y se otorgaron 5102 medidas de protección a favor de las víctimas. Este reporte proviene del Módulo Judicial Integrado en Violencia contra las Mujeres e Integrantes del Grupo Familiar de la Corte Superior de Justicia de esta ciudad.
Esta estadística se traduce en 42 denuncias diarias por violencia psicológica, física e incluso sexual. Basta recordar que, en 2024, los principales tipos de violencia fueron de naturaleza psicológica (con un 64.5 %) y física (con un 12 %). Además, la mayoría de las víctimas mantenía un vínculo de pareja con los agresores.
Respecto al nivel de riesgo asociado a los hechos denunciados, el 21 % de los casos corresponde a riesgo leve (insultos y control económico), el 19 % a riesgo moderado (amenazas verbales, empujones, celos extremos) y un 12 % evidencia un riesgo grave o severo (golpes con lesiones físicas, amenazas de muerte con armas y antecedentes de intento de feminicidio).
Vulneración de derechos
Esta situación se traduce en graves afectaciones a los derechos de las mujeres y a la urgencia de dar respuestas integrales para afrontar esta problemática.
En ese sentido, Liz Figueroa Tejada, jueza coordinadora del Módulo Judicial Integrado en Violencia contra las Mujeres e Integrantes del Grupo Familiar de Arequipa, sostiene que la violencia familiar no puede combatirse únicamente desde el plano judicial, ya que en ese ámbito solo se dictan medidas de protección y, en muchos casos, no se culminan estos procesos.
En estos casos, la dependencia económica o emocional de la víctima termina influyendo en el abandono de la denuncia o el procedimiento para acceder a protección policial, recurrir a un refugio temporal o solicitar la detención del agresor.
“Aquí no vemos sanciones. Lo que vemos son factores de riesgo donde la víctima puede padecer una nueva agresión. Las medidas se orientan para que las víctimas puedan desarrollar sus actividades cotidianas de manera tranquila y con seguridad”, explicó Figueroa.
EL DATO
Según el nivel de riesgo de violencia familiar, el Poder Judicial provee a la víctima de un botón de pánico para que pueda alertar a la policía en situaciones de emergencia.
Violencia psicológica
La violencia psicológica puede generar consecuencias a largo plazo en las víctimas y es más predominante que la violencia física y sexual. Todo ello, según Mirella Sucasaca, psicóloga del Módulo Integrado, se puede agudizar cuando el agresor está bajo los efectos del alcohol y, sobre todo, por el comportamiento machista que normaliza y justifica la violencia contra la mujer.
“Los agresores tienen una baja tolerancia a la frustración, no encuentran solución a los conflictos, tienen una estrechez de conciencia y no hallan salida a sus problemas; por eso buscan vulnerar a las personas de su entorno”, afirmó.
Sucasaca también sostuvo que la pobreza, la falta de comunicación y la precariedad en la educación son algunas de las causas de violencia física y psicológica. Asimismo, advirtió que la violencia no solo se presenta en los estratos sociales más bajos, sino también en los estratos más altos, pero de una manera más sutil.
Un grave problema social
Esta problemática fue abordada en el último foro técnico: Unidos por nuestra seguridad, organizado por la Agenda para el Desarrollo de Arequipa, conformada por las universidades Nacional de San Agustín, Católica de Santa María y Católica San Pablo.
Durante el evento, el Gral. PNP, Olger Benavides Ponce, jefe de la Región Policial de Arequipa, llamó la atención sobre el creciente número de casos de violencia familiar que comprometen “la parte operativa de una mañana o un día” de personal policial, que debe acudir con un patrullero a la diligencia o capturar al agresor, de ser necesario, para evitar que ocurra un feminicidio.
Con esta información, Encuentro acudió a las instituciones que registran las cifras oficiales de casos de violencia familiar y gestionan el procedimiento que se sigue en caso de denuncias.
IMPORTANTE
Como parte de las estrategias adoptadas, el Módulo Judicial Integrado en Violencia contra las Mujeres, capacita al personal policial para un mejor manejo de las denuncias y trato a las víctimas por violencia familiar.
Rasgos de un agresor
En ese contexto, Mirella Sucasaca explicó que un posible agresor presenta ciertos rasgos característicos, por ejemplo, suele ejercer conductas de control, ser muy demandante y no respetar las decisiones u opiniones de los demás.
La psicóloga recomendó que toda víctima de violencia debe recibir un soporte emocional que le permita encontrar un espacio seguro y de confianza.
“El trabajo psicológico tanto en el agresor y la víctima suele tornarse complicado, porque en su mayoría son personas dependientes. En esos casos, las terapias psicológicas toman un tiempo prolongado, inclusive de años”, detalló.
Como vemos, esta realidad refleja la brecha existente entre los esfuerzos institucionales por erradicar la violencia familiar, una violencia que –según los especialistas– desvaloriza a la persona, genera problemas de salud mental y se revela en la creciente cifra de denuncias.