A 200 años de la Independencia, ¿somos una sociedad más igualitaria?

Un historiador, un filósofo y un sociólogo, coinciden en que no habrá igualdad total, pero debería trabajarse en disminuir las brechas políticas, sociales y económicas.

No se debería aspirar a una igualdad total, la clave, según el sociólogo Marco Obando, está en reconocer y respetar al otro.

Kelly Castillo Mamani

Con la Independencia del Perú, se instauró la promesa de igualdad para todos los peruanos. Antes la estratificación social era muy marcada, había indios, criollos, mestizos y esclavos, pero a partir de ese momento histórico, todos debimos ser iguales, sin embargo, ¿eso ocurrió?, ¿cuánto avanzamos en este aspecto?

Encuentro habló con diversos especialistas, para conocer si 200 años después de la Independencia, la igualdad social, política y económica se logró y si no ocurrió, qué deberíamos hacer para reducir esas brechas.

El historiador Rubén Pachari Romero, aclara que en el país, la implementación de la igualdad social, económica y política, tuvo muchas complicaciones a lo largo de estos 200 años. Comenta que el país entró a la vida republicana con una sociedad jerarquizada y fuertemente estamentada; había criollos, indígenas y esclavos.

“Esa desigualdad social, se intenta solucionar con la Independencia, pero se hizo solo de nombre. En el fondo se mantenían las diferencias, había una fuerte presencia de dominación feudal. Más del 70% de la población vivía en condición de ciervo. Esta situación cambió en 1969 cuando ocurrió la reforma agraria, pero hoy todavía estamos viviendo rezagos de esa vieja hacienda”, comenta.

En el aspecto político, no hubo igualdad hasta casi el siglo XX. Explica que antes de la Independencia, hubo un gran número de personas al margen de las elecciones. En 1821, la igualdad política fue mayor porque los indígenas podían votar, pero aún no era un voto igualitario.

Apenas en 1980 se implementó el voto universal. Previamente no se permitía a las mujeres ni a los analfabetos votar, lo que bloqueó la participación de amplios sectores sociales.

En el aspecto social, Pachari Romero, sostiene que es evidente que tampoco se ha logrado la igualdad, ya que hay mucha pobreza y una constante: que el pobre es campesino, es indígena o proviene de la zona rural. “Es una estructura que difícilmente hemos logrado cambiar”, asegura.

El historiador considera que la promesa de igualdad fue sobretodo un discurso, porque llevarla a la realidad ha sido complicado.

“Hoy vemos a personas de comunidades indígenas y campesinos que son discriminados, y aún hay gente que está bajo el dominio de otras personas. En torno a la [discriminación de] raza, por ejemplo, la hemos superado en término científicos, pero se mantiene la idea de que el color claro es superior al color oscuro. Hay estructuras mentales muy fuertes”, afirma.

El historiador considera, que para lograr la igualdad, es necesario cambiar conceptos y paradigmas. Se requiere un cambio cultural y la educación juega un papel muy importante en ese sentido.

Educación y salud son fundamentales

Tomás Salazar Steiger, director del Departamento de Humanidades de la Universidad Católica San Pablo (UCSP), afirma que es importante ser precisos en la definición de igualdad y en los matices que hay, porque querer que todos seamos idénticos sería un problema.

Afirma que hay una igualdad jurídica básica que es un punto de partida importante. El problema es que esta promesa no se ha implementado de la mejor manera o hubo fallas en la manera de hacerlo. Consideró que el Estado debe garantizar una igualdad básica, interviniendo para lograr servicios para todos los ciudadanos: en infraestructura, salud, educación, seguridad y garantía de las libertades.

“La pandemia, por ejemplo, evidenció que el sector salud estuvo muy descuidado, a niveles graves, con oferta de camas UCI y oxígeno muy baja. También vemos esta carencia en que ciertos sectores de la sierra y selva están desconectados del país. El servicio del Estado no ha llegado adecuadamente. En ese sentido, la desigualdad es notoria y sí, habría que avanzar más rápido”, opinó.

Por otro lado, aclara que ciertas diferencias son legítimas y buenas, y que reconocerlas no significa discriminar. Lo que no está bien es pensar que el otro por el solo hecho de tener una u otra característica, es menos.

Salazar Steiger, coincide en que el elemento fundamental para reducir las desigualdades es la educación. “La igualdad que buscamos no es algo que se logra por la fuerza sino por la formación académica, intelectual y moral [virtudes] de los ciudadanos”, indicó el filósofo.

Todos somos diferentes

Marcos Obando, director de la carrera de Sociología de la Universidad Nacional de San Agustín (UNSA), opinó que la promesa de igualdad entre los peruanos “no ocurrió ni ocurre ni ocurrirá después”, ya que es imposible aspirar a una igualdad total.

“Suena bonito y da mucho prestigio, pero una de las mayores riquezas que podemos tener es esa diversidad. Los peruanos no tenemos por qué pensar igual o tener las mimas expectativas. Cada ser humano tiene su propio proyecto”, dice.

Obando, afirma que la clave está en cómo vamos desarrollando la capacidad de reconocimiento del otro que es diferente. “La igualdad a la que debemos aspirar los peruanos —hombres o mujeres; de costa, sierra o selva; ricos, no tan ricos o muy pobres—, es que todos nos reconozcamos y respetemos unos a otros […] Lo que no puede suceder es que unos se sientan superiores a otros o tengan prerrogativas que beneficien a un grupo, pero descalifiquen a otro”, aclara.

Condiciones básicas para todos

Obando enfatiza, que para tener una sociedad menos desigual, es importante que el Estado ponga énfasis en crear condiciones fundamentales para que todos los peruanos puedan ejercer su libertad, tener salud y educación de calidad.

También garantizar las condiciones para desarrollar una dinámica económica —que involucre también a los privados—, para que la mayor parte de los peruanos tengamos posibilidad de trabajo y los medios materiales para tener una calidad de vida razonable.

“Los peruanos no tendrían por qué morirse por cosas que podrían evitarse, los niños no tendrían por qué morir por desnutrición, por ejemplo”, afirmó.

EL DATO

La pandemia agravó la situación de desigualdad del país en temas como la pobreza y desempleo. Actualmente 10 millones de personas, viven en la pobreza con menos de $98 al mes y el empleo cayó 20%.

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