Sobre hojas, ramas y raíz de ‘problemas sociales’

Manuel Rodríguez Canales
Teólogo

Todo ‘problema social’ tiene una raíz moral, es decir, los casos concretos que lo expresan son las ramas y las hojas que brotan de decisiones mal tomadas por varias personas, cada una en particular y replicadas como el efecto de espejos puestos frente a frente. Al final parecen problemas insolubles porque no hay responsables concretos, pero no nos engañemos: estas decisiones tienen nombre y apellido y son todas ellas un mal ejercicio de la libertad personal.

Como es de sentido común, cortar las ramas y las hojas es una medida que jamás llegará a la raíz del problema. Es más, puede fortalecerla: cuanto más podas ramas y hojas más oxigenas la raíz.

Algo de esto pasa con este nuevo embate de la Anticoncepción Oral de Emergencia (AOE), píldora del día siguiente o levonorgestrel (y pasará con la novela romántica ‘Unión civil’ cuyo tráiler ya circula en estos días). La estrategia natural de defensa de la AOE (y de todas las iniciativas de este tipo) es justamente concentrarse en las hojas y las ramas: violaciones, embarazos adolescentes y maltrato a la mujer.

Todos ellos problemas reales y muy dramáticos que se solucionarían con la anticoncepción o el aborto. En el caso de la unión civil lo hará con el cliché del ‘amor que no tiene sexo’ y las libertades ciudadanas que se verían beneficiadas con el ‘matrimonio’ entre personas del mismo sexo.

Las ramas y las hojas están mecidas por el viento, por eso ante un argumento de razón siempre se recurre a un efecto emocional e inmediato: ¿Qué le dices a una joven embarazada por un violador? Y como el efecto ante cámaras o micrófonos es mucho más importante que el argumento de razón, el que se opone a la AOE (y jamás se opondría a ayudar a una pequeña violada o a evitar una violación) queda como una especie de malhechor o ignorante que no entiende el problema.

¿En qué te afecta a ti que dos homosexuales se casen? Y el que se opone a la unión civil queda mudo porque la única respuesta que se puede dar en un segundo es «en nada» porque es muy largo decir que no se trata de mí, sino de la sociedad entera; de un comportamiento privado no prohibido que quiere consagrarse arbitrariamente, y que si se trata de derechos patrimoniales se le podría dar a cualquier tipo de pareja no necesariamente homosexual.

El efecto siguiente son marchas, campañas, discusiones en redes, ceños fruncidos, sarcasmos y pedradas ideológicas de ambos lados que jamás sanarán la enfermedad de la raíz sino que intoxicarán a los mismos que intentan sanarla o dicen querer sanarla porque en el calor de los enfrentamientos terminan por parecerse mucho a sus contendores hasta en las armas que usan.

Listo: podada la rama, fortalecida la raíz. No se deben abandonar las hojas ni las ramas, pero es absurdo quedarse en ellas ante problemas tan graves como los que enfrentamos. La anticoncepción en general es contraria a la educación de la persona, pero se ve como indispensable ante los hechos que parecen inevitables porque justamente no se trabaja en la raíz que es la educación.

La equiparación arbitraria de la práctica homosexual con el matrimonio es en realidad un abuso y una imposición de un grupo sobre la sociedad entera; pero se ve como un derecho que favorecería a todos justamente porque se ha perdido de vista el buen sentido que la humanidad de los educadores podemos y debemos transmitir con humildad y sencillez cotidiana.

En las ramas y las hojas no se gana gran cosa si no se va a la raíz, y esta, como siempre, está en cada corazón y en cada persona que se encuentra con alguien que tiene sentido común y un buen corazón como para comprender los dramas de la vida sin consentir el mal, ni condenar al que lo comete. La educación es un trabajo artesanal que funciona con personas que dicen la verdad de la mejor manera. No es un producto industrial ni se siembra masivamente. Masivamente se puede inspirar la educación, se la puede promover, pero solo se logra en el encuentro personal, paciente, sereno y cotidiano. Quien pierde esta esperanza, pierde todo.

Salir de la versión móvil