Schmitt en la mesa directiva

Carlos Timaná Kure
Director del Centro de Gobierno de la Universidad Católica San Pablo

Para comprender mejor la elección de Alejandro Soto (APP), Hernando Guerra García (FP), Waldemar Cerrón (PL) y Roselli Amuruz (Avanza País) en la mesa directiva del Congreso, se puede echar mano de la obra de Carl Schmitt.

Ha causado indignación en la opinión pública el fujicerronismo. Su alianza en el hemiciclo, para algunos se debe a que “los extremos se atraen”, pero más allá de las coincidencias en el plano ideológico, que existen entre FP y Renovación Popular (y ¡votaron distinto!), esta alianza se comprende más por las emociones que por las ideas.

Para Schmitt, un rasgo de la política es la relación amigo-enemigo (característica que la distingue de otras formas del quehacer humano como la ética, la economía, entre otras), en la que con el enemigo público se puede discrepar dentro de un marco institucional (se debe evitar recurrir a la violencia, pero cuando se tensa demasiado puede devenir).

Tanto FP como PL tienen “razones del corazón” para evitar que la mesa directiva del Congreso sea integrada por los “caviares”, la centro-izquierda que, por medio de negociaciones, logró participar del gobierno la década pasada y cuyos exponentes en el hemiciclo integraban la lista alternativa.

Los fujimoristas no les perdonan lo que han hecho —evitar con éxito el triunfo de su lideresa en tres elecciones consecutivas—. Por el otro lado, los cerronistas, no les perdonan lo que no han hecho —la transformación de las estructuras materiales del país estando por una década en el gobierno, justificando dicha omisión en la priorización de la agenda progresista, cohabitando sin ningún estupor con el mercado—, así las cosas, el hígado y no el consenso mínimo sobre lo fundamental seguirá definiendo el devenir de la política nacional.

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