Poscuarentena y el miedo de volver a la ‘vida’

Juan David Quiceno
Docente UCSP

Salí de casa después de casi dos semanas de aislamiento. Actualmente vivo en España, uno de los países más golpeados por la pandemia. Fui al supermercado más cercano. La soledad de la calle me hizo sentir que hacía algo a escondidas, algo que no debía. Cuando vi otro transeúnte —con la justa excusa de la distancia social— cambié de vereda. Fue algo un poco ridículo. Luego noté que en realidad había sentido miedo y entonces, me sacudí un poco para pensar.

Durante mi reflexión, recordé algunas de las lecciones que aprendí a raíz de una fuerte lesión de rodilla que tuve años atrás. En los minutos iniciales de mi primer partido, ya rehabilitado, no quería recibir la pelota, solo me preguntaba si hacía bien en jugar y si no era mejor simplemente abandonar el intento. Caí cuenta que mi temor era visible y que tenía tres caminos: salir de la cancha, emplearme a fondo para no sentir vergüenza o tratar de dar lo mejor. Ese día hice un gran juego, pero sobre todo entendí que debía reinventarme para enfrentar un temor exacerbado. Estaba sano, pero mi mente me impedía disfrutar el deporte que amo.

Nuestra sociedad necesita cambios profundos y como lo dije alguna vez a mis amigos, colegas y estudiantes, ‘ese cambio no es tecnológico sino humano’.

En breve, volveremos a las canchas de la vida. Seguramente el miedo y la desconfianza acompañarán a muchos de los que intentaron vivir su cuarentena a cabalidad. Pasará lo mismo con las inversiones, con algunos gastos comerciales, con los sueldos, con las pensiones de colegios y universidades, con el pago de impuestos, etc.

Todos tendremos miedo de salir de la seguridad que nos ofrece tener un poco de reservas en los bolsillos. Tendremos miedo a gastar en comercios, realizar préstamos, incluso a ahorrar en los bancos. Tendremos en general temor de salir a la calle y arriesgarnos a ‘perder’ lo poco que nos queda, sin embargo, no estoy seguro que sea la mejor salida. 

En breve, volveremos a las canchas de la vida. Seguramente el miedo y la desconfianza acompañarán a muchos de los que intentaron vivir su cuarentena a cabalidad.

Como ante mi primer partido, veo tres opciones para afrontar la poscuarentena: ser generosos en la medida de las posibilidades, aprender las lecciones que nos deja este suceso, tomar las precauciones necesarias y convertir en hábito algunas buenas prácticas de salud, solidaridad, disciplina, respeto y humanidad. Además de no dejar de vivir y trabajar en conjunto para salir de la crisis.

Será muy difícil reestablecer algunos vínculos sociales por la desconfianza, solventar algunos problemas del sistema económico por el miedo y mejorar manejos políticos basados en un pensamiento crítico desarrollado solo a través de plataformas de Internet y que además creemos que son gratis para las instituciones.

El primer partido es solo el comienzo. Vendrán más y si uno toma confianza se olvida de por qué tuvo miedo alguna vez. Nada más imprudente. Nuestra sociedad necesita cambios profundos y como lo dije alguna vez a mis amigos, colegas y estudiantes, ‘ese cambio no es tecnológico sino humano’. Sin una mejor educación, la razón no podrá guiar nuestros miedos y codicias. Así, aparecerán siempre personas se aprovechen de la fuerte cadena de humanidad y solidaridad que se evidenció durante este tiempo y que debemos reestructurar como sociedad.

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