Nuestra realidad universitaria

Guillermo Fernández del Carpio
Investigador del Instituto del Sur y escritor

La esencia de una universidad fue muy bien planteada por Víctor A. García Belaúnde en su extraordinaria obra —de contestación a Mariátegui— Realidad nacional. En esta, el político plantea que la universidad es una comunidad educativa que se forma como tal a partir de la acción de alumnos y profesores.

La realidad, sin embargo, ha contradicho este concepto a tal punto que hoy diversas universidades peruanas son creadas con fines económicos y empresariales.

La problemática de muchas de nuestras universidades radica principalmente en su improvisación, la ausencia de una visión de futuro, poca preocupación por lo social, su desvinculación de los problemas del país, su falta de renovación interior, el no saber integrar a los exalumnos a la alma mater, el no valorar al docente, el no tener como centro de su quehacer a la dignidad de la persona humana, el no saber fomentar cultura, el convertirse en entidades politizadas.

Y puedo seguir. Como consecuencia, la mayoría todavía no ha accedido al licenciamiento otorgado por la Sunedu. Como esta problemática es muy compleja, me permito hacer algunos aportes.

Las autoridades competentes no deben dudar en cerrar definitivamente aquellas universidades que no tienen los requisitos necesarios para su funcionamiento, con ello tendríamos menos universidades informarles y una perspectiva diferente de la vida universitaria.

Adicionalmente, se podría encontrar un mecanismo legal para exigirles proyectos regionales de desarrollo, con lo cual se vincularía la universidad a la realidad nacional y puntualmente a la realidad en la que funciona; dichos proyectos deben ser desarrollados por docentes y alumnos conjuntamente.

Es necesario aumentar a 6 % del PBI el presupuesto para la educación pública superior, y debe ser destinado a mejorar la infraestructura y el soporte tecnológico, a aumentar los sueldos de los docentes y a desarrollar trabajos de investigación científica, principalmente, que aporten de manera directa a soluciones concretas para los diversos problemas que tiene nuestro país.

Si consideramos que la alma mater es un elemento vital para el desarrollo, las acciones se van a orientar en ese sentido. Universidad y sociedad son un binomio sustancial.

Yo tengo gratas memorias de mi vida universitaria y las he recordado hoy al escribir estas líneas. Además, Dios ha permitido que enseñe algunos años en diferentes universidades. Ese tiempo no lo olvido.

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