Mordaza

Carlos Timaná Kure

Director del Centro de Gobierno José Luis Bustamante y Rivero de la Universidad Católica San Pablo.

 

La segunda votación que iba a tener la “ley mordaza” el jueves pasado, se postergó y todo parece indicar que ya no cuenta con el apoyo que había alcanzado en la primera; siendo una buena noticia para nuestra salud democrática.

La libertad de prensa es uno de los pilares democráticos y es necesario conservarla; no es coincidencia que en regímenes autoritarios lo que más rápido se esfume sea esta. En Ecuador, por ejemplo, el gobierno de Rafael Correa fue reconocido por los exabruptos de su ley mordaza, cuyo final fue uno de los principales alivios que trajo la transición con Lenin Moreno, y ni que decir del régimen de Hugo Chávez y Nicolás Maduro en Venezuela, que condujo a la judicialización de periodistas —llevándolos a la cárcel— y de medios de comunicación, llevándolos a la quiebra o a la venta forzada a los amigos del régimen.

Como siempre, la sofisticación hace las cosas más sutiles, pero no menos efectivas y es que, el proyecto de ley que cursa su trámite en el Congreso, busca ampliar las penas para el delito de difamación, que en principio no atentaría contra el periodismo libre, pero como esa es su finalidad, busca “matar al mensajero”, dejando a periodistas y comunicadores vulnerables al momento de realizar alguna denuncia, más aún si es contra un “padre de la patria” que puede sentirse vulnerado por ella.

Los medios de comunicación y la prensa son los perros guardianes de la democracia y siempre los poderosos —si no son honestos— van a buscar domesticarlos como mascotas, de allí que es necesario que ellos no se dejen y que la ciudadanía defienda esta causa.

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