Miopía

Carlos Timaná Kure
Director del Centro de Gobierno de la Universidad Católica San Pablo

Ir a Ayacucho, definitivamente, no fue una idea acertada de la mandataria. Ir a entregar caramelos a los niños, con los recuerdos aún frescos a causa de las muertes violentas, en uno de los corazones de la protesta social de hace un año, era más que ingenuo.

El problema no se encuentra en el Ministerio del Interior; en realidad está en la Oficina de Comunicaciones y en los asesores de confianza de Dina Boluarte, que por lo visto, o no saben bien de su oficio o lo que buscan es que no lleve a término su periodo.

Ir a Ayacucho fue entrar a la boca del lobo y salir mordida por el ataque que sufrió, poniéndose en bandeja de plata para quienes buscan sacarla. Dina, a pesar de ser la primera mujer en ocupar el sillón presidencial, no pasará a la historia como una de las grandes líderes políticas del Perú, porque no lo es; pero podría salir mejor que los últimos 8 presidentes efímeros que hemos tenido desde 2016.

Para ello, es necesario que genere buenas noticias en las regiones, como inaugurar obras que justifiquen su presencia, empezando por los lugares donde no hubo protestas violentas, para que sea recibida como la jefa de gobierno que es. Ganando a los más próximos primero para desarmar a los más alejados posteriormente, como indicó Quinto Tulio Cicerón hace 2 milenios, pero esta estrategia la desconocen sus asesores.

Flaco favor le hace su hermano Nicanor al tratar de convertirse en un operador político en la sombra. Dina no necesita esta “ayuda” y termina por minar su poquísima gobernabilidad. El único éxito al que debe y puede aspirar es que alcance a culminar su periodo, pensar más allá de ello, es ilusión.

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