Los límites en los niños: ¿por qué son importantes?

*Imagen referencial

Mónica Sánchez Sanssoni
Educadora

Basta dar una vuelta por la ciudad, desde que ingresas a una panadería o caminas por un centro comercial, para darnos cuenta de cuán difícil es para los padres trabajar límites con sus hijos. No es para menos. En la crianza, la palabra ‘límites’ crea una interrogante muy grande, sobre todo, porque nadie estudió para ser padre de familia y enfrentarse a la realidad de educar niños.

La salida más evidente, muchas veces, es seguir el estilo con el que fuimos criados. Otras veces se opta por hacer todo lo contrario a lo que nuestros padres hicieron con nosotros. Surge entonces otra pregunta, tal vez más importante: ¿cuál es la mejor manera de criar a nuestros hijos? Para absolverla, se debe iniciar un diálogo de pareja para fijar cual será el estilo de crianza; para ello, es importante informarse, leer y compartir experiencias con otras parejas. Ese es el marco en el que se debe conversar de los límites.

Los límites son básicos para que los niños aprendan hasta dónde pueden llegar, y les ayudan a trabajar su autodisciplina.

Cuando nos referimos a límites podemos pensar en la definición de la Real Academia Española: “Línea real o imaginaria que marca el fin de una superficie o cuerpo o la separación entre dos entidades”. Pero ¿cómo llevamos esta definición a la realidad de nuestros hogares? Los límites son básicos para que los niños aprendan hasta dónde pueden llegar, y les ayudan a trabajar su autodisciplina. No es sencillo aplicarlos, entre otras cosas, porque muchas veces los padres se sienten culpables al tener que fijar un límite a los niños cuando son muy pequeños.

Cuanto antes, iniciemos el trabajo de límites con los niños, será mucho más fácil así ayudarlos a desarrollar su personalidad. La ausencia o la escasez de límites producen en los niños ansiedad, pues se sienten dependientes de la responsabilidad ejercida por otra persona.

La ausencia o la escasez de límites producen en los niños ansiedad, pues se sienten dependientes de la responsabilidad ejercida por otra persona.

Se debe iniciar esta labor analizando la realidad en la que vivimos, no tratando de aplicar muchos límites al mismo tiempo, tanto porque podemos confundir a los niños como porque primero deben alcanzar el éxito en un límite trazado antes de pasar a otro.

Es importante establecer el límite y reforzarlo constantemente. Por ejemplo, plantear horas para las comidas y para ir ya a dormir. Esto beneficiará al niño porque sabrá que tiene un horario para comer y que no puede hacerlo cada vez que le provoque algún alimento, y de igual manera, el dormir a sus horas se reflejará en un niño que no tendrá problemas al levantarse temprano para ir al jardín.

No hay que claudicar, será una tarea difícil pero la constancia hará que los niños desarrollen ese sentido de autonomía y responsabilidad.

Por consiguiente, es importante considerar la parte emocional en los niños. Ellos tienen que sentir que lo hacen porque los aman y porque los cuidan, no hay que claudicar, será una tarea difícil pero la constancia hará que los niños desarrollen ese sentido de autonomía y responsabilidad. Por eso, las consignas deben ser claras y concretas, y no decirles: “Lo haces porque lo haces”.

Dirigirnos a ellos en positivo es mucho mejor. Por ejemplo, cambiar el “¡no te tires al suelo, párate!” por el “¿no crees que te puedes hacer daño al tirarte al suelo? Párate y cuéntame qué te sucede”.  No hay que ceder cuando ya se ha dado una consigna. Lo máximo que podemos hacer es negociar.

En conclusión, el trabajar límites con los niños nos pide mucha persistencia y repetición constante. Por eso es tan importante que los padres fijen normas, como el respeto a los adultos, el no interrumpir cuando una persona está hablando, el saludar y el dar gracias. Esto los ayudará a prepararse para la vida.

Salir de la versión móvil