Límites respetuosos

Mónica Sánchez
Docente de Educación de la Universidad Católica San Pablo

Los niños volvieron a los colegios y muchos padres de familia se preguntan, ¿cómo trabajar los límites con ellos?, después de todo, los dos años en confinamiento debido a la pandemia, cambiaron muchas rutinas y hábitos.

Según la Disciplina Positiva, no existen malos comportamientos sino malas decisiones y muchas veces, estas se toman en el momento en que los niños se encuentran desbordados por las emociones y es entonces, cuando los padres tratan de conectarse con ellos, por consiguiente, trabajarlos o todo lo que se relacione con herramientas o habilidades sociales, es algo que deben desarrollar de manera permanente.

A veces, los padres piensan que debería existir un momento especial para ello, pero más que un momento, es una actitud. Ellos requieren saber, qué necesita una persona para aprender de otra. En este caso, al ser quienes cuidan, aman, protegen y velan por los niños, entonces, ¿cómo tendrán que sentirse los niños respecto a sus padres, para poder aprender de ellos? Lo primero es sentir confianza, sentirse seguros y sentirse capaces.

Por ejemplo, cuando alguien quiere realizar un deporte de aventura y contrata a un experto para que lo acompañe en la experiencia, pero el experto se muestra nervioso de tomar decisiones e incluso, está un poco mareado, entonces decidimos no practicar este deporte porque el especialista nos transmitió su inseguridad. Lo mismo sucede con los límites. Muchas veces los padres, tampoco los tienen claros y lo que hacen es transmitirles inseguridad a sus hijos y no porque no sepan, sino porque no saben cómo transmitirlos.

La Disciplina Positiva, cuando habla de límites y quiere explicarlos, se refiere a una herramienta muy importante que es la amabilidad y la firmeza. Seguramente los padres dirán “todos somos amables con los hijos” y asociarán firmeza a un momento de enojo, a levantar la voz o poner las manos en la cintura.

Pero la firmeza, significa mantenerse seguro en lo que hemos programado y señalar cuáles son los límites de la familia —y que serán distintos a los de otra—, por eso la firmeza, se refiere a mantener esos límites desde el respeto, por ejemplo, si vas de visita a un lugar de juegos con tus hijos y se deben retirar a las 17:00 horas y viene el “5 minutos o 10 minutos más”, muchas veces los padres aceptan, pero cuando no pueden dar más prórrogas, ocurren los problemas.

Hay un momento en el crecimiento de los niños, donde los padres olvidan la necesidad y empieza el fastidio, porque todo se toma desde el ego y lo personal. Si los padres son capaces de ver lo que necesitan sus hijos (aunque tenga 16 años), pensando en el llanto del bebé en la época de lactancia, no se dejará llevar tanto por el enfado, sino que afrontará la situación con amabilidad y firmeza.

Es así como el niño saldrá de los juegos molesto —porque es imposible que salga con una gran sonrisa—, pero le toca al padre de familia validar esa emoción, permitirla y mantenerse firme para que el niño luego diga, “mis padres cuando proponen algo, dicen algo, lo hacen y lo mantienen”. Eso les permitirá sentirse confiados y seguros con papá y mamá.

Entonces, ¿qué sucede con la amabilidad, la firmeza y los límites? Aquí los padres se darán cuenta que es un trabajo a largo plazo y luego de hacerlo por varios días, no tendrán que insistir, sino que el niño vendrá tras papá y mamá, cuando vea la señal de partir y se dará cuenta poco a poco que, es por su bien pues ellos lo cuidan.

Y cuando la rutina se repite más de diez veces, el niño saldrá del juego al instante, porque los padres le marcaron claramente los límites y entendió el por qué. Cuando el niño entiende el sentido de las cosas y se siente seguro y confiado, acepta mucho mejor cualquier límite.

Los padres son un referente de seguridad y capacidad. ¡Manos a la obra!

Salir de la versión móvil