La postergación social

Marcial Ríos Flores
Médico y  extrabajador de la seguridad social

La seguridad social es un derecho humano, social y solidario que consiste en proteger a los trabajadores de los riesgos y los peligros a los que están expuestos como parte de la labor que realizan; los accidentes producidos por causas ajenas al trabajo y, por último, los circunstanciales referidos a los desastres naturales.

El beneficio que se desprende de la seguridad social no solo debe alcanzar al asegurado, sino también a sus familiares más cercanos, empezando por la cónyuge y luego los hijos, que se pueden ver perjudicados por algún hecho particular.

Desde 1936, año en que se instituye la seguridad social en nuestro país, esta no tuvo una correcta administración y tampoco una organización eficiente, partiendo de la marcada diferencia entre los hospitales para obreros y luego para empleados hasta la unión de ambos en el recordado Instituto Peruano de Seguridad Social (IPSS), que tampoco tuvo éxito debido a la pésima distribución del dinero.

Posteriormente, en la época del expresidente Alberto Fujimori, se crea el Fondo Nacional de Financiamiento de la Actividad Empresarial del Estado (Fonafe), que desgraciadamente destinó gran parte del presupuesto de salud a diversas obras que no estaban relacionadas a este sector, lo que significó una gran pérdida y, sobre todo, una desestabilización que hasta el día de hoy puede observarse.

Esta breve síntesis histórica sirve para percatarse de que, desde su creación, el seguro social no ha tenido ningún especialista o profesional que cuente con una formación en administración de sistemas y regímenes de seguridad social. La mayoría de la gente, por no decir todos aquellos que han ocupado cargos de administración, entraba sin saber ni tener alguna formación indispensable para un correcto desempeño en el cargo y la distribución de recursos.

Personalmente, tuve la experiencia de asistir en Francia a una reunión para la aprobación de presupuesto de la seguridad social, esto como parte de un curso al que asistí. Grande fue mi sorpresa cuando, luego de puntualizar cosas técnicas, tardaron casi quince minutos, y es que, claro, la elaboración de estos planes no es inmediata, sino que lleva muchísimos años en marcha.

El Estado, como mayor empleador, tiene la obligación de velar por el bienestar social de sus trabajadores y ser el ejemplo para que las empresas privadas hagan lo mismo. Conviene, entonces, corregir y aprovechar el uso de nuestros impuestos y aportaciones primero, luego urge tener un órgano o una escuela de administradores de la seguridad social para formar a los nuevos líderes; solo así tendremos un resultado positivo y dejaremos de ser postergados sociales.

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