La familia: cambios, perspectivas y su importancia

Rodolfo Castro Salinas
Director del Instituto para el Matrimonio y la Familia

¿Cuál es la importancia de la familia y en qué radica su carácter insustituible? ¿Qué la hace tan necesaria que pese al cambio de época sigue siendo una institución indispensable?

A inicios del siglo XX, algunos autores propusieron la pérdida de la importancia de la familia y amparándose en premisas evolucionistas la calificaron como una institución del pasado. Más radicales, Ulrich Beck y Elisabeth Beck-Gernsheim hablan de la “necesaria” desestabilidad familiar, porque así los niños estarán “preparados” para enfrentar las dificultades de una sociedad moderna y cada vez más compleja.

A posturas como estas se agrega el incremento de arreglos sociales que tienen una creciente aceptación y un fuerte impacto en las personas y el bienestar general. Estamos hablando, por ejemplo, de parejas que cohabitan sin ningún compromiso y sin reconocimiento jurídico; familias desintegradas por el divorcio; nuevas uniones en las que uno o ambos miembros vienen con hijos de uniones previas; familias con un solo padre biológico o matrimonios que se han negado a toda posibilidad procreadora, entre otras situaciones que forman el variado menú social de la sociedad del tercer milenio.

Ya son numerosas las investigaciones académicas que vienen demostrando que esta nueva ola de tendencias socio-demográficas, que ha generado estilos de vida y patrones de comportamiento, no ha mejorado las condiciones de vida de la persona, sino que las ha empeorado significativamente.

Años atrás, la familia era una institución consolidada, estadísticamente fuerte, económicamente importante y socialmente relevante para las naciones; sus funciones eran vitales para la sobrevivencia de la estructura social.

Aunque muchos estudios demuestran que la familia ha sido, es y seguirá siendo el corazón de la cultura y la única posibilidad de lograr una verdadera civilización del amor, la importancia de esta no radica en su utilidad —porque sus miembros no son objetos, sino personas—. La familia es un bien en sí misma y solo cuando sea comprendida, valorada y atendida por lo que es, cosecharemos los buenos y abundantes frutos que todos esperamos.

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