La cultura del agradecimiento

José Manuel Rodríguez Canales 
Teólogo

Es la contracara de la mentalidad de la queja. Mientras que esta se concentra en reaccionar ante los estímulos negativos que vienen de fuera y se ciega ante el bien hecho o recibido, la cultura del agradecimiento se concentra en la acción buena. El núcleo de esta auténtica cultura es la capacidad de reconocer el bien en uno mismo y en el entorno.

Este reconocimiento del bien no impide ni escamotea la mirada al mal ni la necesaria prudencia que hay que tener para enfrentarlo, esquivarlo o prevenirlo. Tampoco elude la elemental denuncia del mal o la constancia para combatirlo en justicia, ni mezquina los recursos para mantener la lucha el tiempo que sea necesario. Puede ser incluso que buena parte de la vida y la obra buena, necesaria y agradecida sea una constante lucha contra el mal y la injusticia.

Lo que la cultura del agradecimiento hace es vencer al mal con el bien mediante el dar las gracias por la propia vida con todo lo que toca en ella. El punto de partida es la constatación de que es mucho más lo que debemos a los demás e infinitamente más lo que debemos a Dios que lo que nos deben. La cultura del agradecimiento surge de la gratuidad misma que acompaña lo que le da sentido verdadero a la vida: el amor.

Esto ocurre porque el amor no depende de estímulo externo alguno, sino de la decisión personal de dar gratuitamente a los demás la propia vida, tal cual hace Jesucristo con cada uno de nosotros. En ese sentido, el amor es una respuesta a Dios mismo, que nos dio la vida, y a nuestros semejantes, con quienes la compartimos necesariamente.

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