Filosofía organizacional: base del desarrollo empresarial

Ricardo Arturo Valdez Cornejo
Docente UCSP.
Director de Glo-Val Consultores

 

Misión, visión, valores e identidad. Cuatro pilares fundamentales que conforman la filosofía organizacional y se constituyen en cimiento y columna vertebral para las instituciones y empresas.

La misión debe expresar lo que hace la empresa, quiénes son y a quién sirven. La visión implica mirar a futuro con apertura mental para plantear un objetivo claro y definido a través del tiempo y espacio.

Por otro lado, los valores plantean cuestiones morales de fondo que deben ser practicadas y mensurables, siendo base de un código de ética olvidado en algunas organizaciones, pero que amerita recordar y revivir con mucha fuerza.

La identidad expresa de forma práctica —y no solo teórica, como algunos creen— la mayor motivación de la institución, su fuerza impulsora, su finalidad basada en valores y un ideal conducente al desarrollo sostenible para constituir una mejor sociedad.

La práctica reiterada de los valores, conducen a la virtud, por ende, personas más virtuosas construyen organizaciones más sólidas.

Por todo lo expresado, la filosofía organizacional es de vital importancia. Asimismo, esta debe transmitirse a cada uno de los stakeholders o grupos de interés de la compañía, directos e indirectos, incluyendo a la sociedad civil organizada.

Toda lo mencionado sirve para fundamentar la cultura organizacional, los planes estratégicos y de negocio, acciones tácticas y operativas, servicio al cliente y sobre todo, una mejor proyección a la sociedad a quien se debe la empresa y a la que está en la imperiosa obligación de servir. Esto otorga sostenibilidad.

Especial atención merecen los siguientes valores: justicia, equidad, solidaridad, honestidad, respeto, pudor, entre otros, y aunque algunos parezcan olvidados, son los que deben marcar el accionar de las empresas y otros tipos de organizaciones.

Son los valores los que construyen un mundo mejor, por esta razón, los que hemos sido investidos con la responsabilidad de dirigir las empresas, debemos concientizarnos y concientizar a los colaboradores acerca de su importancia, desde el respeto irrestricto de la dignidad humana, hasta la generación de productos y servicios que aporten al desarrollo de una mejor sociedad, así como al cuidado de la casa común: el planeta Tierra.

La práctica reiterada de los valores, conducen a la virtud, por ende, personas más virtuosas construyen organizaciones más sólidas.

Cabe resaltar que los valores deben ser aplicados en todas las empresa. Las de alimentos y bebidas, ofreciendo productos sanos y nutritivos; las de diversión brindando adecuado esparcimiento sin excesos; las de salud, protegiendo el pudor y respeto de la intimidad de cada ser humano que acude a centros médicos para ser atendidos, poniendo especial énfasis en la protección al público femenino e infantil; las de educación, formando de manera integral a sus alumnos, respetándolos y asumiendo con responsabilidad, el proceso de enseñanza y aprendizaje, ya que representan el futuro de un mundo mejor.

La identidad expresa de forma práctica —y no solo teórica, como algunos creen— la mayor motivación de la institución, su fuerza impulsora, su finalidad basada en valores y un ideal conducente al desarrollo sostenible para constituir una mejor sociedad.

Los valores jamás serán una moda, siempre serán principios fundamentales perennes, que al integrarse con la visión y la misión, conforman el motor del círculo virtuoso del cambio positivo y otorgan sentido a una identidad institucional, que puede coadyuvar para transformar la sociedad.

Salir de la versión móvil