El drama de siempre

Diego Cáceres Cardenas
Transformando el Perú

Cada año es común ver el derramamiento de sangre en nuestro país, unido a pérdidas económicas y materiales, que es el producto de enfrentamientos entre las fuerzas del orden y los habitantes de algunas zonas. Según datos del último reporte de la Defensoría del Pueblo, en la actualidad existen más de 200 conflictos sociales patentes en el Perú.

Uno de estos problemas se registra desde comienzos de este año en el proyecto minero Las Bambas. Este yacimiento es nuevamente foco de atención por un conflicto social que al día de hoy ya carga con la muerte de un comunero.

Corremos el riesgo de que este problema se convierta, con el transcurrir de las horas, en un nuevo Tía María o en un nuevo Conga, puesto que tiene todas las características de sus predecesores: un proyecto a punto de iniciar operaciones en el que, de pronto, aparecen los agitadores de siempre para instigar a los pobladores a tomar las armas y luchar a capa y espada por sus derechos; ya que, según ellos, su causa es la justa y por ende la única que vale.

El miedo está ahí, latente en todos como si fuera un deja vu, porque en esencia es eso: un deja vu. Es la piedra con la que siempre tropezamos una y otra vez. Si no se desactiva esta bomba de tiempo, las consecuencias serían terribles. Hablamos primero de vidas humanas, cuyo valor es incalculable. Pero también de dinero que bien puede servirle a las personas para salir adelante: la inversión por Las Bambas es de US$10 000 millones y se calcula una producción anual de 450 000 toneladas de cobre en los primeros cinco años, con su consecuente canon.

Fuera de ello, la imagen que daríamos al exterior por un nuevo conflicto social nos dejaría más que mal parados. Los inversionistas, por más recursos que tengamos, se irían a buscar un mejor escenario con este mensaje en su cabeza: “Ven, invierte en el Perú, cumple con todas las formalidades y la excesiva burocracia, realiza todos los estudios habidos y por haber, y al primer estallido de conflicto le darán la razón a los otros”.

En este escenario, la izquierda, como siempre, aparece distorsionando la realidad. Sus líderes incitan a la violencia bajo el pretexto de que “esta lucha es justa”, “están en todo su derecho a protestar” y “si un miembro de las fuerzas armadas cae, no importa”. Sin embargo, si se trata de un poblador u otra persona que piensa como ellos, entonces “hay que perseguir al policía traidor y hacerle la vida imposible”.

En suma, el mensaje para un conflicto social es: toma las carreteras que quieras, bloquea las vías de acceso, entra y destruye locales públicos o privados, causa todo el daño que sea posible a la fuerza del orden, paraliza a toda una ciudad entera, haz todo lo que se te venga en gana porque si tienes una buena excusa, todos tus motivos son muy superiores a todo lo demás.

Aún estamos a tiempo para desactivar esta bomba en Las Bambas. Pero una vez logrado ello, el gobierno debe de trabajar más cerca de las zonas vulnerables. Arduo trabajo le espera a PPK.

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