Lila Cerellino Cernades
Directora del Instituto para el Matrimonio y la Familia de la Universidad Católica San Pablo
Según la Encuesta Nacional sobre Familia, más del 50 % de peruanos mayores de 18 años cree que el divorcio es la mejor solución a los problemas conyugales. Esta no es sólo una percepción, lo lamentable es que, en el lapso de 15 años, el número de divorcios registrados por cada mil habitantes, se ha multiplicado por 6.
Frente a estos preocupantes datos, cabe preguntarnos ¿quiénes están detrás de estas cifras? Por supuesto están familias, en especial los hijos menores de edad, pero también la sociedad peruana.
El fracaso familiar no sólo causa sufrimiento personal, inestabilidad y deterioro de las relaciones, también abarca otros ámbitos relacionados con el bienestar de la sociedad. La evidencia muestra que el ingreso familiar después del divorcio, cae en un promedio superior al 20 % y que la pobreza no sólo es más frecuente en este tipo de familias, sino que, además, comienza inmediatamente después de la ruptura marital y es más duradera.
Esto quiere decir que el divorcio no sólo empobrece el hogar destruido, sino que también repercute a nivel macroeconómico. Ello debido a su relación con la disminución de productividad, ingresos y solvencia monetaria, que, además, genera mayor necesidad de inversión por parte del Estado en asistencia social a las familias.
Pero, dejando de lado el factor económico, ¿el divorcio soluciona los problemas conyugales? Datos del Barómetro de la Familia recogidos en Arequipa, muestran que más de la mitad de las personas separadas y divorciadas tiene una mala o muy mala relación con su expareja. Asimismo, el vínculo de los hijos de estas familias con los padres que no viven con ellos se ve deteriorado, pues según estos datos, menos de 2, de cada 10 hijos menores de edad, es frecuentado semanalmente por el padre que vive aparte.
Ante este panorama, nos queda reflexionar si es que el divorcio realmente contribuye a que un matrimonio “solucione” sus problemas, o si se está mirando esta problemática de la manera incorrecta. Conviene considerar qué acciones propone el Estado para fortalecer las relaciones conyugales y si somos conscientes de la existencia de un problema serio que necesita ser evidenciado y analizado a profundidad.
Matrimonios y divorcios por cada 1000 habitantes