El desarrollo desde una aproximación humana

Germán Chávez Contreras
Rector UCSP – Economista

Mucho se habla del crecimiento económico y poco, del desarrollo; y cuando se habla de este último, se descuida el fundamento, esto es, a la persona humana. No se puede tratar el tema del desarrollo si no se le aborda desde una aproximación antropológica, pues son la persona y la familia (como célula de la sociedad) las que le dan sentido.

Si tomamos como ejemplo el concepto de desarrollo económico sustentable, veremos que incorpora aspectos que se relacionan con la persona y las comunidades. Igualmente, cualquier modelo de desarrollo económico, para que sea relevante, debe ser sostenible e inclusivo (implica personas). Esto es así porque no hay posibilidades de que un modelo económico sea sostenible en el tiempo en medio de la desigualdad entre grupos humanos y menos aún si tolera la agresión del medio ambiente, hábitat del hombre como ser creado.

Demos un paso más y hablemos de desarrollo humano, en el comprendido de que no hay desarrollo posible que no se refiera de manera contundente a la persona humana. Lamentablemente, en el mundo y en nuestro país, el progreso tecnológico no ha ido de la mano con la reducción de la pobreza y miseria deshumanizadora.

Vamos más allá y hablemos del desarrollo que humaniza. El beato Pablo VI en su encíclica Populorum progressio nos dirá que “el desarrollo no se reduce al simple crecimiento económico, que para que sea auténtico debe ser integral, es decir, promover a todos los hombres y a todo el hombre”. Por esta razón, también nos dirá que la economía no se separa de lo humano y esto es así, pues todas las relaciones económicas (producción, comercialización y consumo) son relaciones humanas.

Por otro lado, el Concilio Vaticano II, en Gaudium et spes (Constitución Pastoral sobre la Iglesia en el mundo moderno, 1965) nos dirá que el fin último de la economía no es la producción, la acumulación de bienes, el prestigio ni las utilidades. Su fin último es el servicio a la humanidad. Efectivamente, cualquier proyecto público o privado que busque aumentar la producción, no tendrá razón de ser si no tiene como fin mejorar las condiciones de vida de las personas.

Los invito a reflexionar sobre el mundo en el que vivimos, al que debemos humanizar a tiempo y a destiempo, entendiendo que el desarrollo humano, para que sea realmente integral, necesita asimismo ser solidario, es decir, debe ser la expresión fiel de la sensibilidad de la persona en relación a su prójimo. Esto solo será posible si nos damos un espacio para repensar el humanismo que necesitamos, fundamentado en los valores superiores del amor, la amistad, la adoración y la contemplación.

Salir de la versión móvil