Educamino: Formación académica solidaria

Mónica Sánchez
Docente de Educación de la Universidad Católica San Pablo

Hoy en día —debido a la pandemia—, toma mucha relevancia la frase de San Juan Pablo II, “La solidaridad no es un sentimiento superficial, es la determinación firme y perseverante de empeñarse en el bien común, es decir, el bien de todos y cada uno para que todos seamos realmente responsables de todos” y es en este contexto, donde se realizan las Prácticas Solidarias, con la participación de jóvenes voluntarios del Departamento de Educación de la Universidad Católica San Pablo, en un proyecto denominado Educamino.

Esta iniciativa busca tomar conciencia de las problemáticas sociales y así, sumar esfuerzos para promover la formación académica solidaria con actividades de apoyo a la sociedad, incentivando en nuestros alumnos el servicio y la vocación docente, además de generar un espacio en el que puedan optimizar los resultados pensando en el bien común.

Los estudiantes tienen la posibilidad de desarrollar diferentes habilidades aprovechando las experiencias pedagógicas, para incorporarlas a las acciones solidarias. De esta manera, el aprendizaje y formación del estudiante resulta más significativo, pues se articulan las demandas de la comunidad con las necesidades de aprendizaje e investigación.

Esto les permite construir relaciones positivas de conexión, empatía y respeto por los demás. En la actualidad, trabajan con familias migrantes venezolanas que llegaron a nuestra ciudad y atraviesan una situación complicada, ya que muchos de ellos no cuentan con trabajo fijo y viven hacinados en espacios reducidos.

Así inició una alianza estratégica con el Alto Comisionado de Naciones Unidas para Refugiados (ACNUR) y la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO), que permite desarrollar esta labor solidaria.

Esta situación pone a prueba la creatividad, conciencia pública y la capacidad para identificar diversos problemas sociales a través del trabajo en equipo, que busca promover el reforzamiento académico y emocional con el libro Mi Viaje, un nuevo lugar.

Los logros de esta formación académica solidaria son de mucho impacto, pues cada vez contamos con más voluntarios que buscan ser parte de esta iniciativa que promueve el bien común; también identifican diferentes maneras de expresar su solidaridad, impactando en las familias y fortaleciendo la integración peruana-venezolana.

De esta manera, establecen lazos de amistad y refuerzan la empatía y resiliencia, aprendiendo a donar su tiempo en procura de una sociedad más justa y solidaria, y donde ellos puedan hacer la diferencia.

Por último, esto nos lleva a reflexionar y a cuestionarnos sobre, ¿qué es lo que realmente buscan los jóvenes? A veces pensamos que esta nueva generación no tiene iniciativa, pero lo que le falta son oportunidades y la experiencia diaria nos demuestra que los jóvenes universitarios, quieren ser parte de un gran cambio al mostrar un fuerte potencial de compromiso fraterno y solidario.

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