La educación ante el vacío existencial de los jóvenes

Por Jorge Pacheco Tejada
Director del Departamento de Educación de la Universidad Católica San Pablo

Viktor Frankl, psicólogo austríaco que hablaba del sufrimiento de la vida sin sentido, comenta que las estadísticas han demostrado que, entre los estudiantes americanos, el suicidio ocupa —luego de los accidentes de tráfico— el segundo lugar entre las causas más frecuentes de defunciones. El número de intentos de suicidio (no seguidos de la muerte) es quince veces más elevado.

De los encuestados por intento de suicidio, el mayor porcentaje indican que no veían ningún sentido en sus vidas. Lo curioso es que el 93% gozaban de excelente salud física y psíquica (aparentemente), tenían una buena posición económica, se entendían bien con su familia, desarrollaban una vida social activa y estaban satisfechos de los progresos en sus estudios. Por lo que no podría hablarse de una insuficiente satisfacción de necesidades.

¿Cuál es entonces la causa de los intentos de suicidio? Casi todos, de una u otra manera explicaban su fallida decisión, a la falta de sentido de su vida. Se dice que Einstein afirmó cierta vez que quien considera que su vida no tiene sentido, no solo es un desdichado, sino que apenas tiene capacidad de vivir. Es por esta razón que Viktor Frankl afirma que “cada época tiene su neurosis, y cada tiempo necesita su psicoterapia”.

Los educadores tendríamos que asumir que cada tiempo plantea distintos retos a la niñez y juventud y por tanto cada época requiere de énfasis distintos en la tarea de educar. El énfasis de la época actual parece ser que reclama educar a profundidad el sentido de la vida, de manera que responda al vacío existencial predominante en los jóvenes.

Los maestros tendríamos que partir de una pregunta ¿Podemos, a través de la educación, dar hoy un sentido de vida a una juventud existencialmente frustrada? Sobre esto, el autor a quien comento, dice: “El sentido no puede darse, tampoco puede inventarse, sino que debe descubrirse”.

La conciencia es clave

No se trata, por tanto, de inventarse cualquier respuesta para huir del vacío existencial. Descubrir el sentido de la vida implica poner en juego la conciencia, la cual es uno de los fenómenos específicamente humanos. Ninguna otra especie tiene conciencia, solo el ser humano. Es esta conciencia la pieza clave para la búsqueda de sentido en la vida.

Los educadores debemos tener sumo cuidado en educar la conciencia. La educación genuina debe orientar a que los alumnos obedezcan a su conciencia, que se acostumbren a escuchar su voz, además de impartir conocimientos. Y es que solo una conciencia despierta, una conciencia ‘pilas’ como dirían los jóvenes, da al hombre capacidad de respuesta ante las situaciones de la vida.

Por eso debemos insistir en que la educación, hoy, debe, más que nunca, ser una educación para la responsabilidad, Y ser responsable significa ser selectivo, ir eligiendo. Aprender a distinguir entre lo que es esencial y lo que no lo es, entre lo que tiene sentido y entre lo que no lo tiene, entre lo que es responsable y lo que no.

Cuidado con la sociedad de consumo 

Cada día y cada hora espera con un nuevo sentido a cada persona. La sociedad de consumo, la sociedad tecnológica o como algunos prefieren llamarla, la sociedad de la opulencia contribuye al vacío existencial. Se comprende así la afirmación de Jerry Mandel: “La técnica nos ha ahorrado el esfuerzo de emplear nuestras capacidades en la lucha por la existencia. Hemos desarrollado así un estado de bienestar, que garantiza que puede hacerse frente a la vida sin esfuerzo personal”.

Curiosamente, en esta época de la opulencia, mucha gente que tiene lo suficiente para vivir, ignoran para qué vivir. ¿Qué debemos hacer frente a esta problemática? Entender, primero y afrontar luego, que la tarea de la educación moderna es ayudar al niño y al joven a descubrir el sentido de la vida. Ojalá todos los educadores estemos en la capacidad de hacerlo.

Aprovechemos este tiempo primaveral, en que la naturaleza entera se renueva, para renovar en nosotros y ayudar a renovar en nuestros alumnos, el sentido de la vida plena.

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