Ricardo Valdez Cornejo
Docente UCSP
Director de Glo-Val Consultores
Cambio. Sabemos que es permanente y no es una novedad. Heráclito había sentenciado “lo único permanente es el cambio”. Qué mejor muestra que la crisis actual que llama a la reflexión y al restablecimiento del equilibrio perdido. ¿Qué nos queda? Asumirla sin majaderías ni quisquillas.
Entonces, una de las preguntas que surge en el devenir empresarial es, ¿cómo conservar la adecuada cultura organizacional en tiempo de crisis?
Lo primero es ser consecuentes, evitando —aunque parezca redundante— ser inconsecuentes, pero ¿qué significa esto? Practicar las costumbres, valores, creencias y manifestaciones como componentes definidos en una determinada cultura organizacional, basada en los pilares de la filosofía organizacional (misión, visión, valores e identidad).
Los valores no tienen fecha de caducidad. Por más crisis que derive en una paralización indefinida, se debe pensar en mantenerlos enhiestos.
Los períodos de crisis —problemáticos per se— suelen convertirse en oportunidades para mejorar, siempre y cuando, saquemos lo mejor de nosotros mismos.
No obstante, no pretendamos que este tiempo sea de crecimiento, sino más bien de sostenimiento y, en el extremo, de supervivencia.
En tal sentido, debemos pensar en mantener activa la cultura organizacional. A continuación, algunas ideas que ayudarán.
Los valores no tienen fecha de caducidad. Por más crisis que derive en una paralización indefinida, se debe pensar en mantenerlos enhiestos.
La moral debe mantenerse incólume. En tal sentido, el trabajo de los líderes aportará la suficiente fortaleza para lograrlo.
Las costumbres positivas no deben perderse, desde las más abstractas y subjetivas, hasta las más concretas y objetivas
Las manifestaciones derivadas de las costumbres, deben permanecer como signo distintivo. Acciones como saludar de una forma determinada o celebrar acontecimientos deben mantenerse, aunque sea de forma virtual y manteniendo el distanciamiento social requerido.
El teletrabajo dificulta el desarrollo de una cultura organizacional plena, pero también genera oportunidades para actuar de manera diferente.
Los simbolismos, plasmados en imágenes como isotipos, logotipos, ambos componentes de las marcas con sus respectivas gamas cromáticas, así como manifestaciones fotográficas de eventos de diversa índole, deben marcar la inspiración necesaria para continuar adelante, en períodos de crisis.
La comunicación juega un rol sumamente importante. La transparencia y honestidad son armas clave para hacerla creíble.
El teletrabajo dificulta el desarrollo de una cultura organizacional plena, pero también genera oportunidades para actuar de manera diferente. Crear plataformas virtuales, enviar correos electrónicos o instaurar un sistema de comunicación empática y asertiva por redes sociales, donde siempre estén presentes los símbolos distintivos de la empresa, ayudarán a mantener la cultura organizacional.
La comunicación personalizada de los líderes hacia sus colaboradores a través de amables llamadas telefónicas, podría ayudar también, a cumplir con el mismo fin.
Recordar a los colaboradores que para trabajar desde casa, se debe considerar el cumplimiento de un horario de trabajo. Recomendar hacerlo en zonas iluminadas y ventiladas, tomando en cuenta la ergonomía en el mobiliario, así como asearse, respetar horarios de comidas diarias, entre otros aspectos, tal como si se estuviera acudiendo al centro de labores.
Al final, las lecciones de humanidad que extraeremos, serán coronadas por el ansiado crecimiento personal, social y económico, triple dimensión inseparable, una vez superada la crisis.