Ciclovías: sin ordenanza no son posibles

Juan Fernando Mendoza
Abogado
Docente UCSP

“Las calles de Arequipa son estrechas y no hay lugar para ciclovías”. Esa es la idea más recurrente que se escucha en estos días, luego de la decisión de la autoridad municipal de destinar, en el ámbito provincial, una que otra vía del centro de la ciudad de manera exclusiva para la circulación de bicicletas.

En realidad, el argumento de las calles estrechas no es suficiente para objetar la implementación de las ciclovías. En otras ciudades del mundo, más antiguas que Arequipa, hay calles aun más estrechas y por estas circulan bicicletas, y en algunos casos incluso los vehículos pueden estacionarse legalmente. Sin embargo, para la implementación de este cambio, hay algunos factores que se deben considerar. Veamos.

No cabe duda, montar bicicleta es saludable, sea con fines deportivos, recreativos o de transporte, como es el caso que motiva este artículo. Es aquí —precisamente— donde quiero hacer una observación personal: la geografía y el clima de la ciudad no son los más apropiados para considerar a la bicicleta como medio de transporte, salvo para aquellos que viven muy próximos a su centro de trabajo o estudios; pero para distancias medianas o largas no sería una opción práctica en la ciudad, sumado a ello la cultura cívica de la mayoría de los conductores.

La geografía y el clima de la ciudad no son los más apropiados para considerar a la bicicleta como medio de transporte, salvo para aquellos que viven muy próximos a su centro de trabajo o estudios.

Un segundo tema a considerar viene con la implementación propiamente de las ciclovías. Está claro que la autoridad municipal puede decidir destinar un espacio de la vía para el paso de bicicletas, el asunto es si alcanza con pintura o separadores físicos para garantizar el respeto a estos espacios. La realidad —hasta el momento— dice que no, pues se requiere una ordenanza municipal como ocurre cuando una vía, por ejemplo, es de doble sentido o prohibida para el estacionamiento de vehículos.

La existencia de una norma municipal permitirá a la policía nacional —encargada del control de tránsito— levantar las papeletas por la infracción y a la Municipalidad, aplicar la sanción correspondiente. Si los distritos pretenden establecer vías exclusivas para bicicletas, también requieren una ordenanza de la municipalidad provincial.

Está claro que la autoridad municipal puede decidir destinar un espacio de la vía para el paso de bicicletas, el asunto es si alcanza con pintura o separadores físicos para garantizar el respeto a estos espacios.

Finalmente, en realidad, no sería necesaria la implementación de ciclovías si los conductores, tanto de vehículos automotores como de bicicletas, respetaran las reglas de tránsito. Estas vías para bicicletas son una evidencia más de que tenemos que protegernos de nosotros mismos; así ocurrió hace veinte años cuando se comenzó a enrejar los parques, con el argumento de la seguridad, pues —y es verdad— eran utilizados, sobre todo en las noches, para beber licor y otros actos no tan santos. Además, eran campos propicios para asaltos y robos. Creo que al final es más una cuestión de orden y sana convivencia ciudadana.

No sería necesaria la implementación de ciclovías si los conductores, tanto de vehículos automotores como de bicicletas, respetaran las reglas de tránsito.

Salir de la versión móvil