Candidatos sin ideas

Renato Sumaria Del Campo
Periodista

Casi 15 minutos duró el discurso de cierre de campaña de Raúl Alfonsín, en las elecciones presidenciales de 1983 en Argentina. Era la primera elección tras la dictadura militar; la avenida 9 de Julio estaba llena y Alfonsín —quien luego llegara a ser presidente— pronunció un discurso políticamente memorable, haciendo un llamado a la unidad de los argentinos de cara a los desafíos que por ese entonces enfrentaba ese país.

Traigo esto a la memoria no por afinidad con la Unión Cívica Radical de Argentina, sino por la importancia que tiene para la política de hoy el recordar aquellas épocas en las que no se hacían promesas sino que se transmitían ideas.

Es que en nuestros tiempos, tal parece que, a expensas del marketing político, el convencimiento del elector a través de las ideas se ha cambiado por lograr siempre ‘repercusiones positivas’ de cara a lograr uno, cien o mil votos. Entiéndase ‘repercusiones positivas’ como algo tan básico como likes en Facebook, pues nuestros candidatos no son siquiera capaces de gestionar adecuadamente su ‘reputación’ en las redes sociales.

Al candidato de este siglo ya no le interesa ser un político con ideología definida, sino una especie de ‘producto aceptable’ para el mercado de votantes. Su estrategia no es la del posicionamiento de su forma de pensar, sino la de concentrar sus esfuerzos en ser aceptado. Por eso lo vemos siempre ataviado con prendas típicas de las zonas que visita, bailando en mercados, cantando desaforadamente, buscando el apoyo de vedettes y grupos de cumbia, entre otras prácticas.

En tal sentido, es altamente probable que en esta campaña electoral no escuchemos de ningún candidato una observación política o técnica sobre Arequipa, pero que más bien seamos testigos de frases tan vacías como “voy a construir un puente aéreo [sic] para Cotahuasi” o “trabajaremos un plan de seguridad ciudadana con la asesoría de ‘Los malditos de Chumbivilcas’”.

No vendría mal que los aspirantes a la región y a los diferentes municipios de Arequipa se den una vuelta por YouTube y vean el discurso de Alfonsín. Algo aprenderán.
Finalmente, reitero la invocación que hice en la edición anterior: lo que realmente importa no es quién resulte elegido, sino la capacidad que tengamos como ciudadanos de vigilar el trabajo de quien resulte elegido. Nadie tiene tanta capacidad de promover cambios como la ciudadanía organizada.

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