Bicentenario: ocasión para repensar el Perú que queremos

Jorge Pacheco Tejada
Director del Departamento de Educación de la UCSP

Estamos en el bicentenario de nuestra independencia. La pandemia del COVID-19 no es el mejor escenario para festejos, desfiles y algarabía propios de estas fechas, no obstante, tampoco puede pasar este aniversario desapercibido.

Este marco de tragedia, de luto y de dolor, tiene que ser una oportunidad para repensar el Perú que queremos. Un momento para ver con esperanza el futuro que nos corresponde construir. ¡Si queremos embarcarnos en la construcción de un Perú mejor, debemos saber a dónde queremos llegar!, hilvanando el pasado el presente y el futuro.

El pasado nos habla de nuestra identidad, de nuestras bases culturales, de nuestro pasado histórico. Un Perú que no nace en el virreinato, sino que se sustenta en una cultura milenaria y propia, que debe hacernos sentir orgullosos de nuestra sangre inca.

Un Perú que, en su periodo de mestizaje, fue diseñando una cultura con fisonomía distinta y que, con creatividad y esperanza, fue construyendo una identidad vigorosa. Ese pasado nuestro, debe mirarse con ojos reconciliadores si no queremos arrastrar complejos y odios que no ayudan a construir una patria grande unificada y unificadora.

El presente nos habla de los retos que debemos asumir. Nos obliga a hacer un balance de lo que avanzamos y lo que nos falta recorrer en el camino de nuestro destino histórico. Es saber situarnos para hacer un análisis crítico y objetivo, sin apasionamientos estériles, pero con la clara convicción de que, de nuestras decisiones, dependerán los próximos 200 años de historia.

La proclama de la Independencia que pronunció don José de San Martín, nos permite entender el presente de los peruanos 200 años después: “El Perú es, desde este momento, libre e independiente por la voluntad general de los pueblos y por la justicia de su causa que Dios defiende”. Si queremos que esa proclama histórica, cobre vigencia en estas circunstancias, debemos destacar los siguientes aspectos.

“El Perú es desde este momento”: Tener hoy, clara conciencia de un cambio histórico y firme decisión del aquí y ahora.

“La voluntad general de sus pueblos”: Nos toca ponernos de acuerdo —todos— respecto al sueño libertario para hacerlo realidad.

“Justicia de su causa que Dios defiende”: Una mirada de fe respecto al sueño ciudadano que da sentido de unidad y no de fraccionamientos irreconciliables. Saber que nuestra causa es justa, debe ser la razón suficiente para unirnos y sabernos, además, apoyados por la voluntad divina.

En este año del bicentenario, tenemos la tarea ineludible de propiciar el diálogo y generar un consenso de lo que necesitamos cambiar. No permitamos que el dolor y la tristeza de la actual circunstancia causada por la pandemia, y el odio o divisiones que el proceso electoral propició, nos impidan reflexionar sobre los viejos ideales de justicia e igualdad, de manera que estemos dispuestos a construir una República en la que todos los peruanos sean representados y, sobre todo, valorados.

La propuesta es clara: trabajar juntos para que, con decisión y coraje, liberemos al Perú de las opresiones del mundo moderno. Mirar con claridad la realidad que clama a gritos un cambio para nuestros hijos; un Perú más fraterno y reconciliado.

El futuro nos habla de sueños y compromisos, y eso es desafiar nuestro sentido de esperanza. Ese es el reto para los próximos doscientos años. Tenemos que reconstruir nuestra consistencia social.

Este bicentenario debe significar el nacimiento de una República renovada y esperanzadora, que sepa construir con coraje y decisión, un Perú libre del flagelo de la corrupción, del egoísmo y de la delincuencia. Donde la idea de bien común, sea la consigna que oriente nuestras decisiones y compromisos políticos. Solo así podremos gritar con júbilo: ¡VIVA EL PERÚ!

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