¿Los ‘otros’ o un ‘nosotros más grande’? Perú y la crisis humanitaria en Afganistán

María Alejandra Maldonado Adrián
Docente de Derecho de la Universidad Católica San Pablo

Para nuestros hermanos que viven o nacieron en Afganistán, los días difíciles distan de acabar. Al dolor, por las pérdidas de seres queridos y los bienes adquiridos —seguramente con mucho sacrificio—, ahora se suma la ansiedad e incertidumbre ante la difícil decisión de tener que migrar en procura de una vida digna y libre, en la que sus derechos sean respetados.

Ante la crisis en Afganistán (por el retiro de las tropas de Estados Unidos, concluida el 31 de agosto), varios países del mundo (en nuestra región Chile, Colombia, Costa Rica y México), expresaron su disposición de acogerlos. Perú hizo lo propio el 29 de agosto, mediante el comunicado 014-21 de Cancillería.

Así confirmó la voluntad de trabajar con las agencias especializadas de la Organización de las Naciones Unidas, para “acoger a familias afganas que se encuentren en situación de vulnerabilidad”.

Celebro este pronunciamiento, pero debo advertir de algunas dificultades para materializar el mismo, pues no basta con el discurso político. Al decidir acoger a estos migrantes, Perú debe estar preparado. Primero, debe contar con una política migratoria integral, holística e intersectorial, que permita la integración e inclusión del migrante y su familia, en una determinada sociedad y el goce pleno de sus derechos fundamentales.

Además, debe contar con normas jurídicas claras y suficientes, para su participación en los ámbitos económico, social, cultural e incluso político de una ciudad, provincia o región, a futuro. A esto debe sumar un activo proceso de sensibilización social que promueva esta acogida, protección e integración del migrante, como lo indica el Papa Francisco en su Carta encíclica Fratelli Tutti (Hermanos Todos).

La pregunta es, ¿el Perú está preparado para acoger a nuestros hermanos afganos y procurarles una vida digna en nuestro país? Con pesar, debo afirmar que no.

El trámite documental no es el problema, pues sería relativamente sencillo permitir el ingreso por nuestras fronteras, cumpliendo mínimos requisitos y procedimientos.

Lo que realmente preocupa, es qué pasará al día siguiente de la llegada de los migrantes. ¿Se ha pensado en algún programa de enseñanza del español para ellos?, ¿cómo se piensa abordar el tema del empleo?, ¿habrá una campaña de sensibilización para que la sociedad peruana los acoja en las escuelas, empleos y otros sectores?, ¿tendrán acceso a servicios de salud?

A juzgar por la experiencia reciente de Perú, en el manejo de los flujos migratorios regionales y el stock migratorio actual, el panorama no es muy alentador, ya que nos falta mucho por trabajar en todos los aspectos mencionados anteriormente, sobre todo, en crecer en solidaridad y empatía hacia quienes vienen de afuera. En este sentido, nuestras autoridades tienen mucha tarea por hacer, pues frecuentemente escuchamos discursos que fomentan la xenofobia y la aporofobia (fobia a los pobres).

Debemos reflexionar y meditar esta grave situación. Si bien la Organización de las Naciones Unidas, estableció el 20 de junio, como el día para sensibilizar a la humanidad sobre los refugiados y el 18 de diciembre, como el Día Mundial del Migrante, lo que pocos saben, es que mucho antes (en 1914), el Papa Benedicto XV, instituyó el Día Nacional del Migrante y del Refugiado, cada primer domingo de septiembre. Su propósito fue recordarnos, que se trata de personas vulnerables por quienes debemos rezar y, sobre todo, pensar en cómo acogerlos.

Al respecto, cabe preguntar si se trata de un ‘ellos’, en referencia a los migrantes o un ‘nosotros más grande’, como lo señala el Papa Francisco, en el mensaje que nos comparte a propósito de la 107 Jornada Mundial del Migrante y del Refugiado, que se realizará el 26 de septiembre.

El migrante es el joven que hace delivery, pero también será el hijo de tus amigos —o el tuyo— que se irá a estudiar al extranjero. Es tu prima o tío que se fueron a otro país hace algunos años y que decidieron echar raíces lejos de aquí. Es tu abuelo o abuela que fueron al Perú cargados de sueños y esperanzas, huyendo de alguna guerra o persecución. Eres tú que hoy no estás en el lugar donde naciste.

Realmente el papa tiene razón al afirmar que no se trata de un “ellos” sino de un “nosotros más grande”. Vale la pena aceptar la invitación del santo padre y solidarizarnos con las personas que se encuentran en el contexto de movilidad humana, pues, en definitiva, somos fratelli tutti.

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