Redacción
Un centenar de alumnos del Taller de Proyectos II de la carrera de Arquitectura de la Universidad Católica San Pablo (UCSP) recolectaron cerca de tres toneladas de residuos, en una campaña de limpieza desarrollada en la comunidad de Pampa de Arrieros, ubicada en el distrito de Yura, que también es parte de la Reserva Natural de Salinas y Aguada Blanca.
Los estudiantes recogieron todo tipo de residuos, principalmente botellas y bolsas de plástico, saquillos y táperes de tecnopor que son arrojados frecuentemente por los conductores y pasajeros que transitan por esa zona. La campaña se ejecutó entre los kilómetros 90 y 93 de la carretera a Puno.
Del mismo modo, la actividad sirvió para que los alumnos pudieran contactarse con los pobladores de esta comunidad y así levantar información sobre sus condiciones socioeconómicas y construcciones, asimismo, conocer más de la flora y fauna del lugar.
Compromiso y responsabilidad
“La cátedra del Taller de Proyectos II y sus estudiantes demostraron compromiso y responsabilidad, compartieron momentos de alegría y trabajo que marcarán su vida profesional, también pudieron disfrutar de las bondades de la reserva. Además, reconocieron el valor arquitectónico patrimonial del pueblo”, señaló la docente a cargo del curso, Marisol Velazco Gutiérrez.
Esta labor se realizó gracias al compromiso de la San Pablo y la Escuela Profesional de Arquitectura, que facilitó los implementos de seguridad y transporte de los estudiantes voluntarios hacia la zona de campaña. El monitoreo de la actividad estuvo a cargo del Servicio Nacional de Áreas Naturales Protegidas por el Estado (Sernanp).
Mientras que la comunidad campesina y la Gerencia de Servicios a la Comunidad de la Municipalidad Distrital de Yura brindaron apoyo logístico para la recolección de los residuos.
“En esta tarea colaborativa los estudiantes reconocieron el valor irremplazable de este patrimonio ambiental, observaron de primera mano el daño irreparable a la reserva natural e interactuaron con la comunidad y los usuarios de la carretera”, señaló la docente.
Cerca a la realidad
Camila Dávila, alumna del segundo semestre de Arquitectura, quedó satisfecha con esta campaña y apuntó que le dejó una experiencia enriquecedora y satisfactoria.
“Para el taller nos sirvió bastante conocer la realidad de la comunidad. Creo que con esta campaña conocimos una nueva realidad, vimos la cantidad de basura que arrojan las personas, quienes no se dan cuenta del daño que le hacen a la naturaleza. Además, tuvimos contacto con poblaciones que, probablemente, no se conocen en la ciudad”, comentó.
Buena iniciativa
Por su parte, el especialista en manejo de Recursos Naturales de la Reserva Salinas Aguada Blanca, biólogo Walter Vega Vega, consideró que la niñez y la juventud son los mejores aliados para mitigar la contaminación del medio ambiente.
“Esta iniciativa de la universidad San Pablo nos ha parecido loable y destacable. Quizás no sea nuestra obligación recoger la basura, pero ante esta necesidad han respondido y eso es destacable”, dijo.
Precisó que la carretera a Puno atraviesa 80 kilómetros de la reserva y los usuarios de la vía son los principales contaminadores de esta área protegida. Indicó que entre 2016 a 2018 se recogían aproximadamente 80 toneladas de basura al año, en seis jornadas de limpieza.
La idea sería que exista una norma que regule esta problemática, pero para ello se requiere más voluntad de las autoridades que de la sociedad dispuesta a limpiar esta área protegida.
Las necesidades de la comunidad
Por su parte, el fiscal del Frente de Defensa de la Comunidad de Pampa de Arrieros, Vidal Ortiz, agradeció la iniciativa de la San Pablo y consideró que estas actividades ayudan a los estudiantes a conocer otra realidad de la región Arequipa.
“Nos ha gustado mucho lo que han hecho. Son chicos muy entusiastas. Es bueno que conozcan esta zona que crece entre la naturaleza”, comentó.
Indicó que casi siempre padecen de este problema de la basura arrojada a la carretera, usualmente recogida por la municipalidad.
Informó que la comunidad cuenta con 200 pobladores, aunque la mayoría vive en Arequipa y retorna a la zona los fines de semana.
La mayoría se dedica a la ganadería: auquénidos, vacunos y ovinos. Además, al cultivo de papa, cebolla, tuna, ajo, beterraga, lechuga, etc. Actualmente, están en etapa de cosecha hasta marzo del próximo año.
“Creo que la comunidad está volviendo a florecer. Hace unos años se fueron los jóvenes, pero ahora están retornando para trabajar en el pueblo”, indicó.
Tienen agua de un manantial llamado Calchas y está en proyecto construir reservorios. Se proveen de luz a través de paneles solares y estos dotan de energía por las noches, a partir de las 6 de la tarde. No hay señal de celular, salvo que caminen unos dos kilómetros para encontrarla.