Christiaan Lecarnaqué Linares
Diego Jalsovec Rendón aún recuerda una foto guardada donde se le ve pisando uvas cuando era niño, una tradición que se mantiene viva para elaborar licor. Él viene de una familia que destila y fabrica aguardiente de caña o cañazo desde hace más de 100 años en Majes.
“Desde niño aprendí este trabajo”, contó. Su padre Fernando, ingeniero agrónomo de profesión, lo involucró en el oficio heredado desde sus bisabuelos, por el año 1890. Este trabajo familiar continúa, provee a otras bodegas en Majes, y Diego decidió emprender un nuevo camino con el gin.
El error de cálculo
Si bien Diego conocía todo el arte detrás de la elaboración de licores, tuvo que ocurrir un error de cálculo en la producción para que se plantee la posibilidad de iniciar un negocio con el gin.
Cuando se casó, él mismo decidió elaborar el pisco que compartiría entre los invitados a su matrimonio. Le salía más barato hacerlo que comprarlo. Planeó preparar 30 botellas y terminó haciendo 300. Se ríe cuando rememora esta anécdota.
Las botellas no utilizadas las obsequió o vendió a familiares y amigos, y por ese licor obtuvo buenos comentarios. Después hizo ron, le fue bien; luego gin y le fue mejor. La elaboración de este último coincidió con su creciente demanda en la ciudad y así surgió Boticario Dry Gin.
El nacimiento de Boticario
El docente de la carrera de Ingeniería Industrial en la Universidad Católica San Pablo (UCSP) inició este emprendimiento en 2019, con una venta anual de 50 botellas. Fue un inicio significativo. Actualmente, coloca entre 1200 a 1500 en supermercados, bares, restaurantes y licorerías, lo que demuestra que el negocio creció sostenidamente en Arequipa.
Boticario también se ofrece en una casona de la calle San José. En este espacio, el cliente tiene la oportunidad de probar la intensidad y aromas del gin (mejor aún mezclado con agua tónica) que se mantiene en el paladar, mientras demora en llegar el siguiente sorbo.
Hay gin clásico, sin sabor. También de blueberries o arándanos, así como de frutos rojos, el más solicitado, y cuya idea nació de una anécdota amorosa.
El gin del amor
Diego narró que un amigo le solicitó un licor con sabor a fresa para pedirle perdón a su esposa. Él accedió y le entregó una botella preparada con frutos rojos. “Era sólo para él. Yo no ofrecía ese sabor”, dijo.
Esta bebida no sólo reconcilió a la pareja, sino que significó una oportunidad para innovar con este sabor. “Mi amigo colocó en su Instagram que le gustó y todos comenzaron a pedirlo en los comentarios”, mencionó. Así aprovechó esta oportunidad y hoy es uno de los licores más solicitados en la tienda.
Este nuevo producto de Boticario se presenta en una variedad de cocteles como el Clover Club, donde se combina el licor con vermouth, tahiti, frambuesas y clara de huevo. Va acompañado de macarrones dulces y tres arándanos, cuyos sabores hacen una combinación agridulce, refrescante e intensa al paladar. Para darle un toque artístico a la bebida, en la parte superior va una imagen solicitada por el cliente e impresa con tintas bebibles.
Un sabor con tradición
Detrás del sabor de Boticario hay un proceso artesanal. Diego utiliza tinajas de barro con una antigüedad de siglos, conservadas por su familia en Majes. “La más antigua data de 1700. Estas tinajas son únicas”, comentó.
Obviamente, en la fabricación hay equipos modernos pero, en general, el trabajo busca mantener toques clásicos para darle al cliente un licor más elaborado y minucioso, que capte los aromas y sabores perfectos al paladar.
De su padre, aprendió sobre fermentación y a medir el grado de alcohol y, en la universidad (estudió Ingeniería Industrial en la San Pablo) complementó esta formación. Del negocio de su padre obtiene el alcohol que destila dos veces para obtener el gin.
El nombre Boticario es un homenaje a su abuelo, quien ejerció este oficio en Majes. Cuando no existían las farmacias, los boticarios tenían que preparar con sus manos las “medicinas” para curar las dolencias de la población. Diego intenta imitar ese trabajo al momento de elaborar su licor.
A los emprendedores
En la actualidad, está dedicado a este negocio, aunque ha tenido buenos trabajos. Dicta algunas horas de clase en la San Pablo, pero Boticario tiene su atención. Atrás dejó la seguridad laboral para emprender sin temor. “Hay que actuar, sin miedo, con seguridad y analizar bien las cosas”, recomendó.
Consideró que en ocasiones los emprendedores pecan de entusiastas y esa emoción evita analizar mejor la coyuntura y las posibilidades. También sugirió dejar de lado el miedo a vender. Diego se considera una persona introvertida, incluso admite que no le gusta hablar mucho, pese a que dicta clases, capacitaciones o se dirige a otros empresarios. En el camino adquirió las habilidades para colocar su Boticario Dry Gin en el mercado y hacerlo despegar en una ciudad que aplaude las tradiciones.
EL DATO
Boticario está en Facebook como: https://www.facebook.com/BoticarioDryGin e Instagram: https://www.instagram.com/boticariodrygin/ También pueden contactarse a este número: 949 238 859. La casona está ubicada en la calle San José 117, Int. 3.
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