Carlos Timaná Kure
Director del Centro de Gobierno de la Universidad Católica San Pablo
Ya quisiera Dina Boluarte alcanzar una tercera parte de la popularidad del presidente argentino Javier Milei, quien en octubre logró 52 % de favorabilidad en la Encuesta de Poliarquía para el diario Clarín. Esta cifra aumentaría gracias a la victoria de Donald Trump en EE.UU., que transmite la posibilidad de una “luna de miel” entre Argentina y el coloso del norte en el próximo cuatrienio.
Milei ha permanecido fiel a su estilo y ha cumplido su plan de gobierno. La política de shock económico que conocimos con Alberto Fujimori en 1990 la está experimentando Argentina en 2024. Además, el presidente argentino ha sabido capotear los intentos en el Congreso del kirchnerismo –que estuvo en el poder por veinte años con el breve lapsus de Macri– de aumentar el gasto público, para perjudicar la política de austeridad que requiere el país gaucho, a fin de recuperar la estabilidad macroeconómica.
Con ministros muy capaces, Milei puede mostrar indicadores alentadores. Con Patricia Bullrich como ministra de Seguridad, los indicadores de violencia y homicidio han disminuido en Rosario, epicentro del narcotráfico en el país. De la misma forma, la gestión de desregulación de Federico Sturzenegger está siendo observada con interés por actores globales como Elon Musk, quien tendrá las mismas funciones en el próximo gabinete de Trump.
La corona de laurel se la lleva el ministro de Economía, Luis Caputo, quien logró lo imposible: controlar la inflación y estabilizar el precio del dólar. A la equiparación del dólar oficial y el “blue” –mercado paralelo– le seguiría la del dólar de las tarjetas de crédito, avanzando hacia las condiciones necesarias para acabar con el cepo cambiario (límite a la adquisición de dólares) que rige en Argentina desde 2011. El camino es todavía largo para cantar victoria, pero ha comenzado a recorrerse.
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