Élar González Galeano
Médico Oftalmólogo
Departamento de Ciencias de la Salud de la Universidad Católica San Pablo
Hay una preocupación generalizada de la población por una creciente exposición a los dispositivos electrónicos, por la exponencial digitalización de la información, trabajos remotos, clases no presenciales y actividades recreativas digitales, pero, ¿qué tan real es el peligro que representa la luz emitida por estos dispositivos?
Sabemos que la luz más dañina para nuestra salud —tanto ocular como de la piel— es la ultravioleta (UV) proveniente del sol, la misma que también es la principal fuente de la luz en el espectro azul. Por otro lado, las pantallas digitales, luces LED y los fluorescentes emiten principalmente luz azul, no UV mesurable.
Hay que tomar en cuenta, además, que la utilización de pantallas digitales, reduce la frecuencia del parpadeo, pasando de 15 veces por minuto a menos de la mitad. Asimismo, aumentar el tiempo de exposición de la superficie ocular entre cada parpadeo incrementa la evaporación de la película lagrimal. Estos factores provocan cuadros de ojo seco, cada vez más frecuentes y a edades más tempranas, apareciendo estudios de prevalencia de ojo seco en niños.
Es por ello que se recomienda: el parpadeo voluntario frente a pantallas, ubicar la pantalla aproximadamente a 50 cm y a una altura tal para que ligeramente la mirada sea hacia abajo y no directamente al frente (ya que el área de exposición ocular se incrementaría por mayor apertura palpebral mirando al frente), regular la luz de la pantalla nivelándola con la luz ambiental y la utilización periódica de humectantes o lubricantes oculares (que se confunden comúnmente con los famosos colirios vasoconstrictores que quitan el enrojecimiento).
Según la Academia Americana de Oftalmología, a la fecha, no hay evidencia científica de que la luz azul ocasione daño a nivel ocular permanente, sin embargo, los efectos a largo plazo se encuentran en estudio. No obstante, a la luz azul se le atribuye una alteración del ritmo circadiano y puede ocasionarnos dificultad para conciliar el sueño, por lo que se debería evitar el uso de estos dispositivos dos horas antes de dormir.
Al preferir el trabajo en computadoras y no en celulares o tabletas, el cansancio visual que se presenta frente a pantallas, puede ser por el esfuerzo visual, existiendo mayor demanda en el trabajo visual cercano que en la visión lejana, por lo tanto, es indispensable verificar si hay necesidad de corrección visual con lentes de medida para trabajar con ellos de ser el caso.
De igual forma, se debe aplicar la denominada regla del 20 – 20 – 20, “Luego de 20 minutos de trabajo, se debe hacer una pausa pequeña de por lo menos 20 segundos, mirando a 20 pies”. Esa pausa pequeña relaja los músculos de acomodación y ayuda a continuar trabajando con mayor comodidad.
Finalmente, si bien el momento en el que vivimos nos obliga al uso de dispositivos electrónicos, estos deben ser utilizados de manera razonable, recordando siempre mantener los cuidados y controles necesarios de nuestra salud ocular.
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