Carlos Timaná Kure
Director del Centro de Gobierno de la Universidad Católica San Pablo.
La ausencia de Dina Boluarte en la CADE Ejecutivos, realizada en Arequipa, demuestra que la presidenta está más sola. Esta situación irá empeorando a medida que se acerque el 25 de julio de 2025, cuando su gobernabilidad sea menguada por tener el sol de espaldas. Además, en su último año de gobierno no podrá cerrar el Congreso.
La presidenta se quedó sin su hermano como consejero político. Ahora fue declarado como no habido por las autoridades, ante la prisión preventiva dictada en su contra por el Poder Judicial, en la última semana.
También le hace falta Alberto Otárola, su otrora operador político, quien le resultó bastante eficaz en su relación con el Congreso y en el manejo de la crisis que surgió producto de las movilizaciones violentas en el sur del país. Desde su salida, Dina no tiene a nadie así.
La censura del Congreso al ministro de Energía y Minas, Rómulo Mucho, demuestra la debilidad de la presidenta pero también su desinterés o desconocimiento, porque pudo pedirle su renuncia y evitarse este costo político que la muestra más vulnerable ante la opinión pública.
Si bien pudo darse un baño de popularidad con la celebración de APEC –su fotografía con Xi Jimping en la inauguración del puerto de Chancay pasará a la historia–, la presidenta no logra tener una visión de corto plazo que, por lo menos, le permita terminar su gobierno con miras a entregar el poder en julio de 2026.
Su actitud reactiva ante los acontecimientos, sumada a tantos enemigos que ha hecho y a la soledad que padece, la convierten en un blanco fácil para todos aquellos que se comprometan con su gobernabilidad, como los corruptos que quieren que Petroperú siga siendo su “caja chica” y los mineros ilegales que no quieren pagar impuestos. Así hay que comprender los silencios y ausencias de la presidenta.
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