Carlos Timaná Kure
Director del Centro de Gobierno de la Universidad Católica San Pablo
Nadie esperaba este resultado. La victoria aplastante de Donald Trump sobre Kamala Harris mostró la fortaleza de los estrategas republicanos, triunfo que no habría podido lograrse sin la desconexión de Harris con el electorado.
Los republicanos volvieron a ganar el voto popular –tras 20 años en que no lo hacían–, alcanzando 301 votos sobre 237 de Harris; recuperando el control del Senado y muy probablemente el de la Cámara de Representantes, asegurando así su gobernabilidad por dos años para llevar a cabo el plan de gobierno de Trump.
Trump ganó en todos los estados “péndulo”: Nevada, Arizona, Carolina del Norte, Georgia, Wisconsin, Michigan y Pensilvania. En este último se generó la postal emotiva de la jornada: decenas de carruajes en las grandes autopistas del estado, tirados por caballos y conducidos por amish yendo a votar.
La gran pregunta es ¿cuáles fueron los factores que condujeron a este resultado? El primero fue la inflación, las clases trabajadoras fueron las más afectadas con el costo de vida experimentado durante la administración Biden-Harris. Luego, el manejo de la frontera con una inmigración desbordada se convirtió en un problema sin resolver para la actual administración.
Otro factor fue el cansancio con las guerras a nivel internacional y la pasividad mantenida por Biden. Además, fue superada la estrategia del “divide y vencerás”, que con las “políticas identitarias” se había embarcado el Partido Demócrata desde Barack Obama. Por último, un factor no menor fue la apertura de Twitter –hoy X– tras la compra de Elon Musk hace dos años, lo que permitió un respiro a la cultura de la cancelación instalada.
Un gran poder exige una gran responsabilidad, ojalá Trump esté a la altura, de lo contrario, en dos años perderá sus mayorías.
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