Carlos Timaná Kure
Director del Centro de Gobierno de la Universidad Católica San Pablo
Los cambios que hizo la presidenta Dina Boluarte en el gabinete ministerial, mostrarían un abandono de las exiguas fichas técnicas que lo integraban, parece que se trata de un cálculo político.
Hay que tener en cuenta que la salida del canciller González-Olaechea se da luego de la posición airada que tomó el gobierno frente al fraude electoral ocurrido en Venezuela.
Dina habría decidido bajarle el tono a su postura “recia” en materia internacional. Algo que no se comprende, ya que la izquierda en el país –que ha avalado lo hecho por Maduro– ha impedido por todos los medios su gobernabilidad y permanencia en el cargo, surge entonces la pregunta: ¿Vale la pena estar bien con tu vecino si está empeñado en correrte el cerco?
Ahora, lo de Hania Pérez de Cuéllar resulta más complejo. En la práctica, fue la última integrante del primer gabinete que ha acompañado a la presidenta durante todo su mandato. Soportó el desgaste de quedarse en el barco junto a Dina durante la represión a las marchas violentas, tras el fallido intento de golpe de Estado de Pedro Castillo, demostrando que se la había jugado a fondo por su gobierno, siendo por ello muy cercanas. Aquí hay dos posibilidades, o la presidenta vio como un peligro su perfil o decidió quemar el fusible de su confianza para el beneficio de poder llegar a 2026.
Y es que, se acerca julio de 2025, momento en que el presidente no puede cerrar el Congreso, pero el Congreso sí puede vacar al presidente, como ocurrió con Martín Vizcarra. Así las cosas, Dina estaría desesperada por obtener el apoyo de los 44 votos que impedirían una posible vacancia, algo que quiere conseguir –a todas luces– a cualquier precio.
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