Germán Chávez Contreras
Economista y profesor principal de la Universidad Católica San Pablo
La reflexión sobre la situación del dólar como divisa hegemónica para las operaciones económicas y comerciales a nivel mundial, nos traslada hasta la conferencia de Bretton Woods (1944), que crea el sistema monetario que vinculaba las monedas del globo al dólar y que, a su vez, era convertible a oro, a un tipo de cambio fijo (US$ 35.00 por onza de oro).
Este acuerdo proporcionó un marco estable para el comercio y la inversión internacionales, consolidando la preeminencia del dólar en la economía global. Sin embargo, el sistema y su estabilidad colapsaron durante la década de los 60 y en 1971 el presidente de EE.UU., Richard Nixon, decidió desconocer la convertibilidad de dólares por oro.
Ya no era entonces el respaldo en oro, vía convertibilidad, lo que le daba solidez al dólar, sino más bien, la confianza en la solidez de la economía estadounidense. Confianza que dependerá de la estabilidad política, del tamaño de la deuda pública y del déficit fiscal, así como de los saldos de la balanza comercial y de cuenta corriente que tenga esta nación.
Ahora, dado que muchos países (incluido EE.UU.) tienen como prioridad regular la inflación, lo hacen a través de la tasa de interés y de acuerdo a la política monetaria que implementan. Así, el comportamiento de la inflación también es relevante para determinar los flujos de dólares entre EE.UU. y sus socios comerciales (como Perú). Este hecho incide en el valor del dólar o tipo de cambio.
Por lo observado hasta ahora, a Donald Trump le interesaba que el dólar se deprecie para mejorar su balanza comercial, que en 2024 presentó un déficit de 1.2 trillones de dólares (4.2 % de su PBI); pero se le fue la mano. Con su política arancelaria caótica de marchas y contramarchas y el desconocimiento de múltiples acuerdos bilaterales y multinacionales, ha despertado en sus socios comerciales la necesidad de conformar bloques económicos de contrapeso para que, en algún momento, se pueda prescindir del dólar como moneda hegemónica en el comercio mundial.
Esta percepción se ha hecho evidente en el mundo y ha llevado a que las carteras globales busquen, por el momento, deshacerse del dólar, empujando su valor (tipo de cambio) a la baja; y tomando al oro como mejor activo de refugio, lo que ha hecho que este metal aumente su cotización en el mercado mundial a cifras por encima de los 3200 dólares la onza y con tendencia al alza.
El Perú es uno de estos socios comerciales donde el nerviosismo, por la escasa prudencia de la política arancelaria de Trump, llevó a que la demanda de la divisa americana caiga, la oferta suba y consecuentemente el tipo de cambio disminuya. Afortunadamente, la volatilidad se ha detenido y el tipo de cambio se ha estabilizado en el rango, cuyo promedio sería S/ 3.75 por dólar al cerrar este año. En tanto que, según las proyecciones del Banco Central de Reserva del Perú (BCRP), se estima que la divisa norteamericana cerrará los años 2026 y 2027 en el rango de S/ 3.78 y S/ 3.80, respectivamente.
Pese a todo esto, la hegemonía del dólar se mantendrá por algunos años más, ya que existen otras consideraciones importantes que debemos tomar en cuenta. El 61 % de las reservas de los bancos centrales del mundo se encuentran en dólares, el 60 % del comercio mundial se realiza con la divisa estadounidense y cerca del 70 % de las transacciones internacionales también se hacen en dólares.
En los últimos 20 años, el 96 % de las transacciones comerciales fueron facturadas en dólares en la región de las américas, mientras que en Asia-Pacífico este indicador llegó a 74 % y en el resto del mundo a 79 % (El País, EGADE Business School). Finalmente, en el mercado de divisas el dólar participa con el 88 % de todas las operaciones.
Así las cosas, hay dólar para rato, pero dependerá mucho de la prudencia que tenga EE.UU. en su política internacional, así como del manejo de su déficit y deuda pública. Y claro, del desarrollo de nuevos conflictos mundiales.
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