Carlos Timaná Kure
Director del Centro de Gobierno de la Universidad Católica San Pablo
La semana pasada fue una de las más intensas en materia política en el mundo entero. Por un lado, la elección del nuevo Parlamento Europeo dejó a los partidos de la derecha dura como la segunda fuerza electoral en el Viejo Continente, dando como ganadora a Giorgia Meloni, primera ministra en Italia.
Si la derecha dura ganó en Europa, la izquierda populista ganó en México, la primera presidenta del país azteca será Claudia Sheinbaum, científica y mujer de confianza de Andrés Manuel López Obrador (AMLO), a quien el electorado también le dio una mayoría congresal calificada, que le permitirá hacer cambios constitucionales, lo que genera incertidumbre sobre la estabilidad institucional del país.
Así mismo, se aprobó de forma mínima en el Senado argentino la Ley de Bases, que le otorgará a Javier Milei facultades legislativas por un año —bajo la supervisión congresal—para realizar reformas en cuatro pilares: tamaño del Estado, privatizaciones, protección de las inversiones y desregularización laboral. Con lo cual el presidente libertario tendrá que demostrar que su fórmula sí funciona, no sólo para disminuir la abultada inflación que tenía el país —lo que ha hecho— sino también que es capaz de volver a atraer inversiones al país gaucho, tras 25 años de fugas constantes.
Por último, en el ámbito nacional, la posibilidad de que Antauro Humala llegue a la segunda vuelta en las elecciones de 2026 comienza a ser más nítida. Esto tras demostrar tracción y atraer hacia sí el apoyo del partido de Sigrid Bazán —Juntos por el Perú— y evitar que el pleno del Congreso aprobara el proyecto de ley que prohibía que los sentenciados por homicidio postulen a la presidencia. Así las cosas, ¿será el etnocacerismo la nueva fórmula de la izquierda para quedarse en el poder?
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