Arequipa desaprobó en gestión de desastres

Especialista en Modelación Matemática de la Universidad Católica San Pablo, evaluó eficiencia en la atención de emergencia ocurrida en Secocha.

Los modelos matemáticos aplicados a la gestión de desastres son cruciales para aumentar la eficiencia en las operaciones humanitarias.

Redacción

El desastre suscitado en la zona de Secocha, distrito de Mariano Nicolás Valcárcel, en la provincia de Camaná, se convirtió en la crónica de una muerte anunciada. El proceso de gestión de desastres registró deficiencias antes y durante la emergencia, según indicó María Fernanda Carnero Quispe, especialista en Modelación Matemática, egresada de la Universidad Católica San Pablo (UCSP).

La especialista explicó que un desastre es una interrupción grave en el funcionamiento de una comunidad, y para abordarlo adecuadamente se aplica el ciclo de gestión de desastres, que comprende las fases de Mitigación, Preparación, Respuesta y Reconstrucción.

Con respecto a la etapa de mitigación, el Instituto Geológico, Minero y Metalúrgico (Ingemmet), identificó en sus informes de 2014 y 2021, que el sector de Secocha era una zona propensa a la ocurrencia de huaicos y recomendó la reubicación de la población que vivía en el cauce y desembocadura de la quebrada. A pesar de estas advertencias, no se tomaron las medidas necesarias para evitar la situación actual.

Con respecto a la etapa de preparación, se hizo evidente la ausencia de planes efectivos para el preposicionamiento de bienes de ayuda humanitaria y su distribución, así como para la evacuación de la población en caso de un desastre.

Con respecto a la etapa de respuesta, se observó que no se pudo atender a la totalidad de los damnificados en las primeras 72 horas después del desastre, ocasionando que no se satisfagan las necesidades básicas de la población afectada, como alimentos, abrigo y vivienda.

“Si la ayuda no se entrega en las primeras 72 horas después del desastre, la gestión de la ayuda humanitaria se puede calificar como ineficiente. También debemos considerar que hay varios factores que influyen en el éxito o fracaso de la entrega oportuna de ayuda, tales como los planes formulados en la fase de preparación, la disponibilidad de recursos, la coordinación entre los organismos encargados, las condiciones climáticas, entre otros”, afirmó Carnero.

Utilidad de los modelos matemáticos

Los modelos matemáticos aplicados a la gestión de desastres son cruciales para aumentar la eficiencia en las operaciones humanitarias. Actualmente, existen modelos matemáticos para la localización de almacenes de ayuda humanitaria, distribución de suministros, evacuación de la población, entre otros, acotó la especialista.

Es importante destacar, que no solo la población de Secocha sufrió las consecuencias de la emergencia, causada por la activación de la quebrada San Martín, debido a las lluvias intensas. Otras localidades del distrito de Mariano Nicolás Valcárcel, como Miski, San Martín y Urasqui, también han sido afectadas.

“Es fundamental que el sector público continúe liderando la coordinación en la respuesta ante una emergencia, pero al mismo tiempo, es crucial incentivar a la participación activa del sector privado, especialmente de las universidades, las cuales pueden brindar un apoyo valioso para mejorar la eficacia y eficiencia en la gestión de desastres en nuestro país”, recalcó María Fernanda Carnero.

La Universidad Católica San Pablo con un equipo multidisciplinario, se encuentra diseñando un sistema denominado “Modelo matemático para la localización de puntos de entrega temporales de bienes de ayuda humanitaria en caso de sismo de gran magnitud para el distrito de Alto Selva Alegre, Arequipa”, a fin de no cometer los mismos errores en la gestión de desastres.

La clave ante un desastre: la investigación

Podemos analizar la gestión de desastres considerando Arequipa como una zona sísmica y rodeada por tres volcanes. Lo esencial es que las organizaciones gubernamentales y no gubernamentales trabajen en conjunto para reducir la vulnerabilidad de la población y mejorar su capacidad de respuesta ante esta clase de eventualidades.

Para reducir la vulnerabilidad, es necesario concienciar a la población sobre la importancia de construir edificios sismorresistentes y alejados de zonas vulnerables, como quebradas y torrenteras.

Para mejorar la capacidad de respuesta, es importante incentivar la generación de proyectos de investigación que involucren el desarrollo de herramientas para la toma de decisiones en casos de desastre, como la formulación de modelos matemáticos adaptados a la realidad de la zona en estudio.

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